A una mendiga pelirroja Pelirroja y blanca niña, Cuya ropa entre los rotos Permite ver la pobreza Y la hermosura; Para mí, triste poeta Tu joven cuerpo enfermizo, Salpicado por las pecas, Tiene encanto; Llevas con más galanura Que una novelesca reina Sus riquísimos coturnos, Bastos zuecos; En vez de escasos harapos, Que un lindo traje de gala Arrastre sus largos pliegues Sobre tu pie; En lugar de rotas medias, Imán de sucias miradas, Que un puñal de oro reluzca En tu pierna; Que ojales mal abrochados Muestren a nuestros pecados, Tus bellos, radiantes senos, Cual dos ojos; Y que para desnudarte Tus brazos se hagan rogar, Hábilmente rechazando Dedos rápidos; Perlas de bellos reflejos, Versos del maestro Belleau 1 Por tus rendidos galanes Dedicados, Morralla de rimadores, Sus primores ofreciéndote, Contemplando tu chapín En la escalera, Mucho fascinado paje, Mucho señor y Ronsard 2 , Espiarían divertidos Tu frío cuarto. En tu lecho contarías Muchos más besos que lises Y tu ley acatar