Os publico aquí mi corrección de 5.1. para el poema "A una transeúnte" del año pasado y algunos comentarios de compañeros que me gustaron. Espero que os sirva para hacerlo aún mejor.
- Este poema titulado``A una transeúnte´´ se encuentra dentro de la segunda edición del libro de las flores del mal.ResponderEliminar
Empieza describiendo una situación desde el Yo lírico dentro de la gran ciudad.Describiéndonos su visión negativa sobre la ciudad , ya que parece como si la repudiara( La calle aturdida,aullaba a mi alrededor ). Sin embargo dentro de este ambiente impersonal y frío sucede algo inesperado.Pasa una joven en ese mismo instante, en la cuál Boudelaire se fija y que saca al poeta de estado de angustia y pesimismo en el que se encuentra observando la ciudad . Describe de forma magistral el encuentro fortuito entre dos miradas que se cruzan en un instante tan fugaz como eterno. Para el poeta ese instante es un frescor de felicidad puro a diferencia de lo que le rodea. Sin embargo este instante dura muy poco ya que luego se sumerge en la melancolía ya que sabe que no la volverá a ver, pues no conoce ni de dónde viene ni a dónde va.
Refleja la grandeza de una simple mirada instantánea capaz de remover aquellos sentimientos más profundos del autor (La dulzura que me fascina y el placer que me mata).
Este acercamiento por parte del autor a la transeúnte muestra un estado de hermandad ya que ambos vienen de situaciones difíciles. Pero cómo sucede en la mayoría de las ocasiones , se deja pasar las oportunidades y él mismo acepta que ella ha sido como un relámpago de luz en medio de la noche.
Con ello es inevitable que el autor se haga así mismo una pregunta de sí la volverá a ver pues si no fuera así supondría volver a caer en su mayor estado pesimista.
Provoca tres reacciones ¡ Lejos de aquí! pues ambos se alejan del punto de encuentro , pero habría posibilidad alguna de volverse a ver en otro lugar del mundo.
¡ O muy tarde! ambos coinciden en tristezas ,como si esperasen en esa mirada profunda algo del otro, sin embargo no se animan a detenerse. Después de ese momento ambos siguen su vida y propio camino.
¡o JAMÁS ha de ser! Él supone pues que ella huyó de aquella oportunidad de algo nuevo .y no que no podría buscarle ya que no se conocen.La ciudad es un lugar dónde los transeúntes se ignoran.
En los últimos versos el Yo lírico es muy prudente con respecto a sus sentimientos. Considera que a aquella mujer la podría haber amado , si el tiempo lo hubiera permitido.
Este sentimiento puro del autor también se explica en el título , pues se refleja en el hecho de haberle escrito un poema a alguien de la calle. El haber pensado en ella tras aquel momento.
Cada persona se encierra en su propio mundo y deja escapar oportunidades por miedo a arriesgarse.Sin embargo para algunos el Tren sólo pasa una vez...
En el soneto que vamos a analizar, titulado: "A una transeúnte", apreciamos varios aspectos:
Podemos observar la representación de una zona urbana parisiense, caracterizada por su ambiente demoledor y terrible. Así se nos muestra una visión propia y subjetiva del yo-lírico, de su pensamiento interno hacia la ciudad y su continua degradación, cuya función implicará la exaltación de un aspecto muy llamativo: una mujer.
Dicho factor instantáneo, reflejado en esta postura femenina, le provoca una peculiar fijación en sus vestimentas propias de una clase social alta, como el dobladillo, además de su figura alta y delgada, con gestos elegantes, totalmente exentos en personajes de las calles oscuras que se reflejan en otros poemas de este apartado de su obra.
Sin embargo, de repente, los aspectos físicos toman un segundo plano, lo cual nos permite adentrarnos en una simbología mucho más característica de esta figura femenina.
Desde este nuevo punto de vista, se la representa como una mujer ágil y noble, cuyos ojos, que a lo largo de la historia han representado el reflejo del alma, provocan crispación y perdida de cordura, como el mayor placer que se pudiese experimentar. Típico del Dandismo baudeleriano o Malditismo, esta tendencia de sentirse atrapado irremisiblemente por lo que supone algún riesgo o peligro: Atracción por lo malvado o arriesgado aunque pueda ser contraproducente. (Es una tendencia que continuará en el arte por siglos) Así, el yo-lírico expone este estado de ánimo que provoca dicha mujer en el yo-lírico, este expone, que posee un encanto característico que atrae, e incluso podría provocar un placer mortal. Un aspecto que podemos apreciar en el mundo del arte, en obras tan destacadas, como la escultura de Apolo y Dafne.
Tras esta exposición de los aspectos que destacan en esta mujer en el poema, podemos reflejar la ruptura de uno de los tópicos clásicos universales, la imagen de la “Donna Angellicata”. Estamos ante la flor del mal, la donna maldita, que atrae como una sirena hacia el abismo. El ideal de belleza es una mujer que la usa para atraer y que no deja de ser peligrosa o la perdición para el artista (Salomé, Helena de Troya, Circe la hechicera… se ponen de moda en los cuadros simbolistas)
El porte clásico de esta figura, inspiradora en la gran mayoría de artistas de la humanidad, queda desplazado de sus características clásicas, rompiendo con la monotonía, el carácter más importante que, a su vez, es responsable de la degradación del ambiente tan desesperanzador y fúnebre que adopta la ciudad para este yo-lírico.
Así pues, se refleja la importancia de esta mujer para el poeta, representándola como su semejante, al ir “de riguroso luto y dolor soberano”, ante desgracias universales para su existencia, aunque no tengan por que ser las mismas, en el caso del yo-lírico, por ejemplo, se trata de la ciudad que le rodea y en la que vive.
Se produce así, un giro del sentimiento de correspondencia, en el cual predomina el amor a primera vista, y no la identificación social, como un flechazo azaroso del destino, como consecuencia de una simple mirada. Dicha mirada, definida como el reflejo de la pura “beldad” que representa para el poeta, le permite creer en la esperanza, en el “renacer” de su antiguo y fastuoso recuerdo de la ciudad.
Sin embargo, es consciente de que dicho factor es efecto de su destino azaroso, puesto que una vez perdido el contacto visual y perderla de vista, es consciente de su infinita perdida, tanto sentimental, a la hora de expresar sentimiento amoroso hacia algo en pleno apogeo de caracteres fatales para su existencia, como simbológica, ya que, el único esplendor en medio de dicho oscuro recuerdo desaparece, volviendo a provocar la tristeza y nostalgia de sus pensamientos.
Es así, que se hace factible un hecho ligado a la existencia vital del ser humano, basado en que el azar es un juego propio de dioses, y no de hombres, ya que el simple hecho de creer poseer algo, como en este caso un rayo de esperanza, nos hace creer que permanecerá para siempre, cuando sabemos con plena seguridad, que aquello que nos permite existir, responsable de todas nuestras experiencias y pensamientos, la vida, ni siquiera es eterna, a diferencia de los dioses, que son inmortales.
Podemos observar la representación de una zona urbana parisien, caracterizada por su ambiente demoledor y terrible.
Se nos muestra una visión subjetiva del yo-lírico hacia la ciudad en continua degradación. De repente, en medio de este París degradado al poeta le llama la atención el rostro de una desconocida bella, de negro riguroso. ç
El yo lírico interpreta que hay dolor en ella y se establece así, algo que ocurre en muchos de sus poemas: Correspondance.
El yo lírico describe los ojos de la "amada" representado el reflejo del alma.
El poeta experimenta sensaciones como el mayor placer que se pudiese experimentar.
¿Qué es el placer que da muerte?
Una belleza peligrosa porque no se puede alcanzar pero se desea. Es un imposible.
Así, tras exponer este estado de ánimo que provoca dicha mujer en el yo-lírico, este expone, que posee un encanto característico que atrae, e incluso podría provocar la muerte.
Tras esta exposición de los aspectos que
destacan en esta mujer en el poema, podemos reflejar la ruptura de uno de los tópicos clásicos universales, la imagen de la “Donna Angellicata” porque no se representa a una mujer angelical, sino a una mujer sofisticada, elegante, y que sufre. Sin embargo, por la idealización de esta "belleza fugitiva", por ser un imposible de alcanzar si entronca con esta tradición de mujeres que sirven de musas sin ser cercanas ni demasiado reales.
la degradación del ambiente tan desesperanzador y fúnebre que adopta la ciudad para este yo-lírico es un tema recurrente dentro de la collección de cuadros parisinos.
Así pues, se refleja la importancia de esta mujer para el poeta, representándola como su semejante, al ir “de riguroso luto y dolor soberano”, ante desgracias universales para su existencia, aunque no tengan por que ser las mismas, en el caso del yo-lírico, por ejemplo, se trata de la ciudad que le rodea y en la que vive.
Se produce así, un giro del sentimiento de correspondencia, en el cual predomina el amor a primera vista, como un flechazo azaroso del destino, como consecuencia de una simple mirada. Dicha mirada, definida como el reflejo de la pura “beldad” que representa para el poeta, le permite creer en la esperanza, en el “renacer” del amor.
Sin embargo, es consciente de que dicho factor es efecto de su destino azaroso, puesto que una vez perdido el contacto visual y perderla de vista, se percata de su infinita perdida, tanto sentimental como simbológica, ya que, el único esplendor en medio de dicho oscuro recuerdo desaparece, volviendo a provocar la tristeza y nostalgia de sus pensamientos.
Es así, que se hace factible un hecho ligado a la existencia vital del ser humano, basado en que el azar es un juego propio de dioses, y no de hombres, ya que el simple hecho de creer poseer algo, como en este caso un rayo de esperanza, nos hace creer que permanecerá para siempre, cuando sabemos con plena seguridad, que aquello que nos permite existir, responsable de todas nuestras experiencias y pensamientos, la vida, ni siquiera es eterna, a diferencia de los dioses, que son inmortales.