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2.1. El Jugador (tª para examen)

   El jugador  fue escrita en 1866 y publicada en 1867. La novela refleja, por un lado, la propia adicción de Dostoievski al juego de la ruleta, y por otro, la dependencia psicológica que producen las apuestas, y se nos muestra como un testimonio fatalista de la incapacidad del ser humano de controlar sus impulsos, además de otras pasiones personales. Pero El jugador es además una lúcida reflexión sobre el carácter ruso. Alexei, el protagonista, es el preceptor —pobre, noble y honrado— de la familia del general. Está enamorado de su hijastra Polina, pero no se atreve a confesarle sus sentimientos. La catástrofe se produce cuando la tía del general pierde su fortuna en el casino en pocas horas y el general ve alejarse sus esperanzas de heredar, quedando sumido en la desesperación. Alexei cree que consiguiendo dinero va a alcanzar el amor de Polina, y juega compulsivamente a la ruleta; gana una fortuna, pero luego la pierde con la misma indiferencia con que amontona los billetes sobre el verde tapete. Como otros personajes de Dostoievski, Alexei es incapaz de ordenar y controlar sus emociones, que lo encaminan hacia su perdición.

    La obra consta de diecisiete capítulos, narrados en primera persona, por lo que estamos ante un narrador protagonista: Alexei cuenta lo que hace, siente y observa a su alrededor. Se trata de una especie de diario, memorias o conjunto de notas que de vez en cuando retoma el protagonista. 

El jugador tiene un cierto carácter autobiográfico; además, Dostoievski escribió su obra bajo la amenaza del cumplimiento de un plazo para que pagase unas deudas que había contraído con el juego, y apremiado por un contrato firmado con su editor.
 Pero esta narración es mucho más que un retrato de la pasión por el juego, como pretendía explícitamente el escritor ruso. La obra arroja una penetrante mirada sobre las interioridades del carácter ruso. 
Así, el general vive por encima de sus posibilidades una engañosa vida de fastos y lujo; la tía, rica e inconsciente, fustiga el comportamiento de su sobrino, pero pierde su fortuna en la ruleta; Alexei siente un profundo complejo de inferioridad y busca en el juego un rápido enriquecimiento para conquistar a Polina. 
Los tres personajes son profundamente fatalistas y piensan en un golpe de fortuna para salvar sus vidas. Pero finalmente las cosas se tuercen y los tres pierden sus esperanzas de ver realizados sus sueños. Dostoievski no realiza un juicio moral sobre las conductas de sus personajes: solo los describe y los comprende; y, en cierta manera, los justifica porque son como él: nada se puede contra la mala suerte, una filosofía hondamente arraigada en el pueblo ruso. 
    La obra se desarrolla en Ruletemburgo, una imaginaria ciudad alemana por la que transitan personajes
extravagantes en busca de fortuna en sus casinos. Posiblemente Waden Waden.




Sobresalen en sus páginas también la idea de que el ateísmo y el egoísmo conducen a la inmoralidad y el despotismo.








El jugador tiene un cierto carácter autobiográfico. Pero esta narración es mucho más que un retrato de la pasión por el juego, como pretendía explícitamente el escritor ruso. La obra arroja una penetrante mirada sobre las interioridades del carácter ruso. El General vive por encima de sus posibilidades una engañosa vida de fastos y lujo. La tía, rica e inconsciente, fustiga el comportamiento de su sobrino pero pierde su fortuna en la ruleta. Alexei siente un profundo complejo de inferioridad y busca en el juego un rápido enriquecimiento para conquistar a Paulina. Los tres personajes son profundamente fatalistas y piensan en un golpe de fortuna para salvar sus vidas. Pero finalmente las cosas se tuercen y los tres pierden sus esperanzas de ver realizados sus sueños.
 Dostoievski no realiza un juicio moral sobre las conductas de sus personajes. Los describe y los comprende. Y, en cierta manera, los justifica porque son como él: nada se puede contra la mala suerte, una filosofía hondamente arraigada en el pueblo ruso.

3. TEMAS DE EL JUGADOR

Visión pesimista del ser humano

Dostoievski muestra en El jugador una visión pesimista del ser humano. No se trata de la propia naturaleza del hombre lo que cuestiona: de hecho, en sus obras aparecen personajes capaces de actos nobles y generosos. Sino de una concepción del hombre como ser sometido al azar de las circunstancias, incapaz de controlar su propia vida.

Carácter autobiográfico

Esta novela nace de la propia experiencia de Dostoievski, ambientada en los balnearios alemanes que solían frecuentar los rusos por entonces y que eran auténticas capitales del juego. En uno de ellos, en Wiesbaden, probó suerte a la ruleta por primera vez a principios de los años 60. En un segundo viaje para reunirse con su amante Paulina Suslova vuelve a la ruleta de Baden-Baden y acaba empeñando el reloj, el anillo de su amante, sableando a sus amigos y finalmente perdiendo a su amante.

El juego

Dostoievski nos sumerge en la personalidad del jugador, sujeto incapaz de pensar, inclinado a esa pasión delirante que lo lleva a perder la cordura. El juego es en la obra una pasión violenta que domina al hombre más allá de su control. El jugador es un relato que analiza el sentido de la culpa y el dolor, pero sobre todo el mecanismo obsesivo y oscuro de cualquier obsesión y adicción. Un mecanismo que surge de la profunda y rotunda emoción de los momentos en que todo es importante, decisivo, trascendente, bordeado por el riesgo y pendiente de los efectos de una elección. Cuando la vida se siente a flor de piel en lugar de escurrirse calladamente, como sucede en lo cotidiano. Eso es lo que encierra el riesgo, que no es más que una decisión de efectos extremos, en este caso por medio de una apuesta a la ruleta.

Una adicción es una pasión extrema y contradictoria, más allá de “necesidades” físicas que en sí mismas no son más que un síntoma, una consecuencia. Si la adicción no generara placer especial no existirían adictos y este origen profundamente psicológico y espiritual suelen eludirlo o silenciarlo quienes pretenden ayudar a estas personas. Pero sin tratar el origen y motor de una adicción nada se consigue. Ni siquiera remarcando sus efectos negativos, porque antes de la muerte existirá el sumo placer. ¿Y no es eso lo que quiere el ser humano?

La diferencia estriba en la necesidad excepcional de un “algo más”. Justo en el momento en el que gana, lo sensato sería dejar la ruleta y retirarse con las ganancias. Pero entonces surge el sentimiento extraño del reto tentador, de seguir hasta el final ese camino y ver así cómo se mueve la propia vida y sus misteriosos pasos. Comprobar qué ocurre a continuación, cómo reacciona el azar a nuestros actos. Es decir, ganar o perder son secundarios, en todo caso son simbólicos. El contraste con otros personajes del balneario, endeudados y esperando ansiosamente la muerte de una abuela y su supuesta herencia, aclara las motivaciones de unos y otro. Ellos sólo quieren dinero. Alexei, el jugador, sólo quiere apostar más allá del resultado de sus apuestas.

El amor

Aleixéi  está enamorado de Paulina, aunque sin esperanza, dada su posición social. En paralelo al tema del juego, está este amor difícil por su amante Paulina, quien parece corresponder tan sólo a su bondad y lealtad, pendiente del amor de otro hombre que la desprecia, en ese maldito juego tan frecuente de valorar lo imposible y rechazar lo que se ofrece. Su amor apasionado por su amante Paulina es tan sincero con todas sus contradicciones de entrega total y rebeldía que resulta incomprensible para ella.

Sin embargo, es el amor finalmente la esperanza de Alexei, una apuesta por todo lo demás, una apuesta amorosa, pues es el amor lo que intensifica vida y mundo, abre en lugar de cerrar. La novela acaba en un presente lleno de ambigüedad aceptada, de cierta desesperada melancolía:

“¿Y si ahora perdiese los ánimos, si no me atreviese a decidirme?
¡Mañana, mañana terminará todo!”.

El dinero

En la novela rusa se habla mucho de dinero, expresado en cantidades concretas, pero dada la distancia con la época resulta difícil precisar la correspondencia con el dinero actual. Aunque tal vez poco importe saberlo. Pero con ello se nos pone en evidencia la preocupación constante del hombre de entonces, cosa que no ocurre en la novela actual, donde los personajes son puro espíritu y sus reflexiones y problemas no pasan por hechos concretos, sino puramente mentales. Dostoievski muestra esta problemática en situaciones concretas, lo mismo que el espesor psicológico de sus personajes, sin las aproximaciones teóricas actuales que no consiguen dibujarlo ante los ojos del lector.

Retrato psicológico

La literatura del realismo es una representación exacta de la gente real en la sociedad, y esto es exactamente lo que vemos en la obra. También es muy característico de la época el analizar minuciosamente las motivaciones de los personajes.

En El jugador los personajes están retratados de manera negativa: predomina en ellos el interés, el egoísmo, el materialismo. Y también la hipocresía, el juego de apariencias donde nadie se muestra como lo que realmente es.

Retrato social

También es un retrato de costumbres, especialmente crítico. Dostoievski sitúa a sus personajes en un contexto histórico determinado y denuncia sus males y defectos. Asimismo describe el carácter “nacional” de distintos países: se ve entonces lo que opina de rusos, ingleses, franceses, alemanes y polacos.

4. ASPECTOS TÉCNICOS Y ESTILÍSTICOS

1. ASPECTOS TÉCNICOS

El narrador de la novela es su protagonista: Alexei, el preceptor de los hijos del General. Se trata de un narrador primera persona, que adopta una doble perspectiva en función de los hechos narrados:

  • Central, con respecto a su propia historia: su pasión por Paulina, sus sensaciones durante el juego, sus relaciones con el General o con otros personajes…
  • Testigo, con respecto a los acontecimientos externos, que nunca llega a conocer en profundidad y ante los que en muchas ocasiones muestra su desconcierto: el compromiso del General con Blanche, la verdadera identidad de ésta, el papel de Des Grieux o de Mr. Astley….

La técnica narrativa empleada por Dostoievski es la de memorias: se trata de un relato contado desde el presente de Alexei, que narra hechos ya ocurridos. Hay que hacer, sin embargo, dos matizaciones:

  • Conocemos que se trata de memorias porque en determinadas ocasiones Alexei hace referencia al tiempo transcurrido entre los hechos y la propia escritura. En general, el texto guarda la apariencia de un diario, en el que los hechos narrados ocurren simultáneamente a su narración.
  • Por otra parte, el final abierto se corresponde también más con la técnica de diario que con la de memorias, en las que su supone el conocimiento completo de los hechos.

En cuanto al desarrollo, la obra se estructura en diecisiete capítulos. Tiene un comienzo “in medias res” con la llegada de Alexei a Ruletenburg y, como ya se ha dicho, un final abierto a modo de anticlímax. La acción se desarrolla en forma de historias paralelas: la relación de Alexei-Paulina, la pasión de Alexei por el juego, las relaciones del General con Blanche y Des Grieux.

La estructura interna comprende tres bloques:

Capítulos I-VIII
Regreso de Alexei, presentación de los personajes
Primera experiencia de Alexei con el juego
Relaciones conflictivas entre los personajes
Relaciones Alexei-Paulina
Capítulos IX-XIII
Estancia de la abuela en Ruletenburgo
Capítulos XIV-XIX
Desenlace de la relación Alexei-Paulina
Alexei-Blanche: estancia en París
Regreso a Ruletenburg, final abierto

El escenario principal de la novela es Ruletenburg, una ciudad casino alemana. Se trata de una ciudad ficticia, que sin embargo se corresponde con similares ciudades conocidas por Dostoievski, especialmente Wiesbaden. El propio nombre –“ciudad de las ruletas”- es ya significativo: de hecho, era el título inicial de la novela. Aunque no abundan las descripciones, sí se capta la atmósfera de este tipo de ciudades, con sus visitantes temporales y su ambiente particular.

Dentro de la ciudad destacan tres escenarios: los exteriores –la calle, el parque, incluso los bosques y montes cercanos-, donde los personajes conversan y se encuentran a menudo; el hotel, con su escala social de lujo y poder; y, sobre todo, el casino, descrito minuciosamente por Alexei.

Además de Ruletenburg, otros escenarios son: París, donde trascurre el capítulo XIII, y Homburg, otra ciudad alemana a la que se traslada brevemente Alexei en el capítulo final. También se hace referencia a diversos lugares de Rusia, sobre todo en relación a la abuela, y a Suiza, donde se ha refugiado Paulina tras abandonar Ruletenburg.

El tiempo histórico no es explícito, más allá de referencias a la estación de año. Por el contexto se entiende que se trata de un momento contemporáneo a la propia escritura de la novela, en el segundo tercio del siglo XIX. Su desarrollo es lineal –con la salvedad de que se trata de memorias- con presencia de flash-backs.

Son numerosos los personajes. Destacan Alexei, Paulina, el general, Blanche, el francés Des Grieux y el inglés Mr. Astley.

2. ASPECTOS ESTILÍSTICOS

Como es característico en las novelas realistas, el lenguaje de la obra es asequible y escasamente retórico. Llama la atención el empleo de palabras y expresiones en otros idiomas, especialmente en francés. La sintaxis es sencilla, con predominio de periodos breves a partir de la yuxtaposición. Son frecuentes las exclamaciones e interrogaciones retóricas, tanto en los diálogos como en las reflexiones de los personajes, a menudo exaltadas.

En cuanto a los procedimientos discursivos, podemos señalar:

  • Abundan los diálogos, generalmente entre dos personajes y menos frecuentemente corales. En general son      ágiles, con intervenciones breves.
  • La narración es el procedimiento principal.
  • Son frecuentes las digresiones, especialmente de Alexei pero también de otros personajes.
  • Por el contrario, hay pocas descripciones. Destacan fundamentalmente las del ambiente del casino.
    El lenguaje se caracteriza por la sencillez y la sobriedad. Las descripciones de lugares son muy parcas, si bien el autor se decanta por la descripción física y psicológica de los personajes. Abundan las expresiones en francés, lo que denota la gran influencia y prestigio que tenía este idioma entre las clases altas europeas el XIX.

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