LITERATURA UNIVERSAL: IES “LEÓN XIII”
Sí, señor, no soy más que un viajero, un peregrino de este mundo. ¿Sois vosotros algo más?
J. W. Goethe, Werther, Madrid, Cátedra, 2009, trad. Manuel José González, carta de 16 de junio, p. 130.
1. PROCESO DE ESCRITURA Y PUBLICACIÓN – EDICIÓN:
Los sufrimientos del joven Werther, escrita por Wolfgang Goethe, publicada por primera vez en 1774, el mismo año que Goethe escribió su oda “Prometeo”.
Goethe mencionó en la primera versión de su Römische Elegien, Elegías romanas, que su «sufrimiento juvenil» fue en parte inspiración para la creación de la novela. Cuando terminó sus estudios de leyes en 1772, encontró empleo en la Cámara Imperial del Sacro Imperio Romano Germánico en Wetzlar. Goethe fue amigo del secretario Karl Wilhelm Jerusalem. La noche de 9 de junio de 1772 los dos amigos estaban presentes en un baile, donde Goethe conoció a la joven Charlotte Buff (1753-1828) y a su prometido, Johann Christian Kestner (1741-1800), secretario de embajada, un hombre mayor, veinte años más viejo que su prometida.
Goethe se enamoró instantáneamente de Charlotte, belleza rubia de ojos azules. La galanteó y la relación entre ambos entró en un ciclo de amistad y rechazo. Charlotte fue honesta con él y le dijo que no había esperanza de una aventura. El 11 de septiembre, el caballeroso Goethe se fue sin despedirse, pero como él mismo reconoció en Poesía y verdad, su autobiografía, con el alma dolorida.
Charlotte Buff, como su contraparte en la novela, era la hija de un oficial y tenía muchos hermanos y hermanas. Goethe, como Werther, encontró difícil concentrarse en sus trabajos desde que la conoció. Los dos, Goethe y Werther, celebran su cumpleaños el 28 de agosto y ambos abandonaron a sus amadas el 10 de septiembre. Por otro lado, el aprecio que Werther siente por Albert, el prometido de Lotte, tiene su correlato en la amistad de Goethe con Kestner, prometido y luego marido de la bella Buff. Y en cuanto al administrador, padre de Lotte en la novela, es fácil identificarlo en la vida real con el padre de Charlotte Buff.
La novela también cuenta con otros eventos paralelos en la vida real de Goethe, pues Karl Wilhem Jerusalem (1747-1772), su amigo, al igual que Werther, también se suicidó. ¿Motivo? El amor no correspondido que sentía hacia una mujer casada, la esposa del secretario palatino Herd: un amor imposible, como el de Werther. Jerusalem, además, como el héroe de Goethe, se mató con unas pistolas prestadas por Kestner-Albert y también con el ejemplar de Lessing Emilia Galotti abierto sobre la mesa. Era un hombre solitario, amaba sin esperanza, fue gran lector y amante de las tragedias y llegó a hacer ante sus amigos apología del suicidio como Werther ante Albert.
También dejó un par de cartas; en una pide perdón a sus padres y hermanos; en la otra se disculpa con el secretario Herd y termina con las palabras “Es la una. Volveremos a vernos en la otra vida”. Tras pegarse un tiro, tuvo como Werther una larga agonía y fue encontrado por su sirviente al amanecer. A su entierro no acudió ningún clérigo.
“La muerte de Jerusalem sacudióme de aquel sueño”, confiesa Goethe en Poesía y verdad. Todo aquello que vivió en Wetzlar, el amor y el dolor, pone el alma hipersensible del creador a trabajar:
“En estas circunstancias tras largos y muchos preparativos secretos, escribí el Werther en cuatro semanas, sin haberme trazado previamente en el papel ningún plan de conjunto, ni trazado en él ninguna de las partes”.
Otros personajes identificables con episodios autobiográficos de Goethe: Friederike, la hija del pastor de St., era en la realidad la dulce Friederike Brion, hija del pastor de Sesenheim, de la que el escritor estuvo enamoriscado un tiempo y a la que dedicó las bellas Canciones de Sesenheim.
Los hermanos de Lotte llamados Hans, Malchen, Mariane y Sophie se pueden identificar con Hans, Caroline, Georg, Ammel, Lene, Fritz, Sophie y Wilhelm, hermanos de Charlotte Buff.
En cuanto a inspiraciones librescas, Goethe está muy influido por Homero, Klopstock, Ossian y en el sentimiento de la naturaleza que muestra Werther al llegar a la aldea o cómo el paisaje se torna sombrío cuando el héroe se deprime, se nota la huella de Los idilios, del poeta suizo Gessner, y de Pensamientos nocturnos, del inglés Young (quien, por cierto, también influye mucho en las Noches lúgubres, del español José Cadalso). Otra influencia clara es Lessing: cuando Werther se suicida tiene abierto sobre la mesa el drama de este Emilia Galotti. A pesar de que Goethe admiraba a Lessing y le escribía con la reverencia con que se trata al maestro, este le respondió en una carta crítica, donde sugería que Werther era obra descompensada por el lado
emocional o estético y que necesitaba una compensación desde el punto de vista ético (una condena del suicidio o algo parecido).
Novela epistolar, que abrirá paso al Romanticismo y encabezará el movimiento nacional del Sturm und Drang. Será la primera obra alemana conocida internacionalmente, pues antes de ella la literatura germana seguía los modelos ingleses y franceses. Con Werther, las letras alemanas alcanzan expresión propia.
Es una tragedia terrible, hasta el punto de que, en una época, llegó a prohibirse, acusada de fomentar el suicidio entre la jueventud. Historia de un amor imposible que acaba con la muerte del protagonista y se inspira en un hecho autobiográfico de la juventud del autor.
Según las traducciones, la obra se titula en español Los sufrimientos, Las cuitas, Las desventuras del joven Werther, de manera que incluso sintácticamente en el título el protagonismo no recae sobre el personaje, sino sobre su sufrimiento. Pues vamos a asisitir al camino de su destrucción, su autoeliminación. La libertad que se exalta, pues, es la libertad de morir. Y esto se expone ya desde las primeras páginas del libro. Werther no va, como el héroe épico, hacia fuera, sino hacia sí mismo, hacia el enmudecimiento y una introspección fatal que le lleva a sucumbir.
En la evolución del personaje, tiene mucha importancia la naturaleza. Al principio, Werther se va a la aldea y está entusiasmado con la vida natural y libre, lejos de las obligaciones sociales y de la ciudad. La naturaleza acaba luego siendo el correlato sentimental del protagonista: si él llora, la naturaleza llueve tormentas, mana ríos, fuentes e inundaciones.
El desarrollo de la pena de Werther tiene su correlatoen las obras que lee el joven: primero, Klopstock, un autor que exalta lo sentimental; luego, la Odisea homérica; finalmente Ossian, preludio del fatal del desenlace.
Werther fracasa en un caduco entorno feudal que no acepta a esta nueva juventud rebelde y burguesa, además su propia incapacidad de adaptación le llevará a ver en el suicidio una liberación.
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La forma epistolar estaba entonces (finales del XVIII) muy en boga, gracias al éxito de “Pamela o la virtud recompensada” de Samuel Richardson1, de Lettres persannes de Montesquieu2, de
1 La obra de Richardson tuvo muchísimo éxito en toda Europa. El subtítulo de la obra ya deja clara la intención del autor al escribirla: Pamela o la virtud premiada. Cartas confidenciales de una hermosa joven a sus padres. Pamela es sirviente en una casa elegante. Tras la muerte de su bienhechora, debe defenderse contra el acoso del joven señor, que abusa de ella contra su voluntad, valiéndose de su preeminencia social y masculina. La historia tiene un final feliz: impresionado por la virtud de Pamela, el seductor se convierte en marido devoto. Pamela narra su historia a sus padres en varias cartas. Cuando se le prohíbe escribirles, confía sus cavilaciones a un diario. En la obra hay sentimentalismo, pero también crítica social y alabanza de la integridad personal. Esta fórmula es la que se repetirá en la novela epistolar europea.
2 Las Cartas persianas o persas, de Montesquieu, sirvieron de inspiración y modelo a las Cartas marruecas, de nuestro José Cadalso.
La nueva Eloísa de Rousseau…, y es una forma literaria que favorece el sentimentalismo.
Werther desnuda su alma en las cartas que dirige a su amigo Wilhelm, un confidente del que no llegamos a saber gran cosa, y muestra, primero, su felicidad al conocer a Charlotte y su desesperación, después, al saber que ella está prometida a Albert y que se casará con él.
Habla con el amigo Wilhelm de diferentes temas: educación, la tiranía de los padres, la libertad, el derecho al amor, la crítica religiosa y social… Al final, aparece un supuesto editor que completa las cartas y nos cuenta lo sucedido con Werther hasta su suicidio.
Antes de escribir la carta asistimos a lo que podríamos llamar “fallos de construcción”, ya que antes del suicidio se observan líneas intercaladas en 3ª persona omnisciente mientras Werther habla, escribe en su habitacion y este narrador nos cuenta incluso los pensamientos del criado que se va a la cama pensando que tiene que madrugar.
2. ESTRUCTURA DE LA NOVELA Y RESUMEN DE LA TRAMA
La narración se divide en dos libros y un epílogo.
El primer libro abarca desde que Werther llega a Wahlheim, donde conoce a Lotte, hasta que se va, al sentirse incómodo con ella y su prometido.
El segundo libro comienza cuando el joven llega a su nuevo puesto de trabajo con el embajador, y termina antes del suicidio. Cada uno de los libros está formado por cartas fechadas en orden cronológico.
El epílogo es una especie de informe de un narrador desconocido, el “editor”, sobre los momentos finales de Werther.
La estructura interna es lógica: cronológica, causal y lineal, sin saltos atrás ni digresiones, desde el momento en que empieza la narración; pero, como no conocemos los antecedentes de Werther, podemos decir que comienza in medias res. Es decir, no se nos cuenta la infancia del joven protagonista ni sus años de formación.
El tiempo narrativo es lineal, del 4 de mayo de 1771 al 20 de diciembre de 1772.
La trama es muy sencilla: Werther, un joven apasionado y sentimental, abandona su ciudad para retirarse a una aldea, Wahlheim, donde vive tranquilo, dedicado a la pintura y a la lectura. Esta situación enlaza con el tópico literario del Beatus Ille, el menosprecio de corte y alabanza de aldea, el elogio de la vida rural y la crítica a las pompas superficiales del mundo.
En un baile el joven conoce a Lotte, “un ángel”. La donna angelicata. Bailan y Werther se enamora perdidamente de ella, aun sabiendo que ya está prometida a Albert, quien se encuentra de viaje. Albert representa el orden, la frialdad, la clase social.
Aprovechando la ausencia del novio, Werther visita con frecuencia a la joven. Cuando Albert vuelve, traban amistad. Albert, aun dudando de los sentimientos de Werther, le permite continuar viendo a Lotte, pues confía en su prometida. El amor de
Werther va en aumento y se acrecienta más aún cuando adivina que Lotte, arrastrada por la fuerza de la pasión, también se siente atraída hacía él. Werther decide que uno de los tres ha de morir —por aquello de que, en el amor, tres son multitud— y ése será él, ya que Charlotte, presa de las convenciones sociales, no quiere romper su compromiso con Albert (si bien, en el fondo, siente algo “especial” por Werther).
Werther va a visitar a Lotte el domingo antes de Nochebuena. Ella le pide que lea su traducción de Ossian3 y ambos se echan a llorar porque veían su propio infortunio en el destino trágico de aquellos nobles héroes ossiánicos. Entonces Werther, desesperado, se atreve a besar a Lotte. Pero ella lo rechaza, pues como dama de bien no quiere faltar al respeto a su prometido. Werther se despide con un “¡Adiós para siempre!”.
Lotte intuye el funesto desenlace y se queda muy preocupada. Werther manda a su criado a casa de la joven a pedir prestadas las pistolas de Albert. Ella, sin excusas para negárselas, se las entrega temblando, pues teme que las utilice con fines trágicos.
3 Los versos de Ossian son importantísimos en Werther, pues crean una sensación de afinidad entre las almas de los dos jóvenes; los dos, Werther y Lotte, se sienten identificados en el destino trágico de los héroes ossiánicos. …
Y, en efecto, Werther se suicida a medianoche con las pistolas de Albert. Descubierto por su criado de madrugada agonizando, avisan al médico y a Albert. Al enterarse de la desgracia, Lotte se desmaya. Werther expirará a las doce del mediodía del día siguiente.
2.1. Libro primero
Como ya hemos dicho, Werther está formado por una serie de cartas que el protagonista escribe a un amigo suyo, Wilhelm, del que sabemos muy poco y que funciona como un confidente.
En el libro primero, empieza haciendo mención a una muchacha extraida de la experiencia del propio Goethe, de la que él ya sexagenario reconocía haber dejado marcada, soltera y solitaria hasta el final de su vida. Vive retirado en un pueblo: Wahlheim y ha querido acercarse a los niños, quienes creen que se ríe de ellos por ser del pueblo bajo, ya que cierta gente de las clases superiores mantiene con ellos las distancias. Conoce al administrador del príncipe, hombre bueno y franco, y se entera de que tiene nueve hijos (carta del 15 de mayo.
Lo invitan a un baile, al que Werther acude acompañado por una guapa muchacha. En el camino recogen a Charlotte, la hija del administrador. La describe como un ángel, sencilla, entera, bondadosa, inteligente... Le pide que baile con él la segunda contradanza, ella le acepta la tercera: la alemana. Sobreviene una tormenta y Lotte propone jugar a contar (carta del 16 de junio).
Quedan en verse al día siguiente, ya que entre sus casas sólo hay media hora de camino. Lotte y él van a visitar al pastor, quien les cuenta la historia de dos árboles muy grandes que allí había. Con ellos están también Friederike, la hija del pastor, y su novio, que está celoso de Werther (carta de 1 de julio).
Llega Albert, prometido de Charlotte. Es un hombre honrado y amable. Werther le pide sus pistolas para ir de caza. Albert le dice que siempre están descargadas porque, una vez, un criado limpiándolas disparó accidentalmente a una criada en el dedo pulgar. Hablan los dos del suicidio, premonición del trágico fin que espera al joven Werther. Albert, con ideas muy convencionales, lo considera una cobardía. Pero Werther dice que hay que tener valor para acabar con algo que te está causando dolor. El 20 de agosto es el cumpleaños de Werther. Lotte le regala uno de los lazos que llevaba el día que bailaron juntos; Albert, una edición de bolsillo de Homero. Werther empieza a obsesionarse y piensa que tiene que irse de Wahlheim, pues ya no puede refrenar su amor por Lotte.
El lugar que frecuenta con la joven tiene unos castaños tras los que hay una amplia panorámica, unas hayas que te rodean y un bosquecillo que ensombrece el camino y termina en un recinto angosto (carta de 10 de septiembre). El paisaje ensombrecido es un símbolo de cómo se siente el alma del joven.
2.2. Libro segundo
Werther se va de Wahlheim y se hace amigo del conde C. (carta de 10 de noviembre). Trabaja con un embajador que es un idiota y que parece tenerle envidia, pues nada de lo que hace el joven le parece bien.
Un día conoce a la señorita von B. (carta de 24 de diciembre).
Le escribe una carta a Lotte (20 de enero), la única que le dirige a ella
La carta del 20 de febrero va dirigida a la pareja, Albert y Lotte. Les da la enhorabuena por su boda, aunque Werther tiene el corazón partido. Es la única que dirige a los jóvenes esposos. El resto de las cartas están dirigidas a Wilhelm.
Una noche el conde C. lo invita a una fiesta, pero los que allí están, hasta su señorita von B., lo miran con desprecio (carta de 15 de marzo) porque él es un joven con educación, pero sin fortuna ni títulos (crítica social.)
El conde, “hombre franco y sencillo”, lo invita a su residencia, pero Werther ya ha decidido irse de aquel lugar y continuar su vagabundeo: “yo sólo soy un caminante”.
De camino a Wahlheim, para estar más cerca de Lotte, pasa por el lugar donde nació y vivió con su madre hasta que su padre murió; rememora sus felices años de infancia.
El traje con el que Werther había bailado con Lotte el día que la conoció estaba bastante viejo, así que encargó otro igual: frac azul con cuello y solapas, chaleco y calzones amarillos (carta de 6 de septiembre).
Los nogales del pastor de St. los han cortado: otro símbolo premonitorio del final. La mujer del nuevo pastor no se había interesado por ellos (carta de 15 de septiembre).
Werther empieza ya a pensar en el suicidio (carta de 12 de octubre). Se obsesiona muchísimo y no puede estar junto a Lotte.
2.3. Nota del editor
El editor nos cuenta que Werther estaba cada vez más triste y un gran dolor oprimía su corazón, el cual aumentó con la noticia de que iban a ejecutar a un criado que conocía, porque, tras ser despedido, había matado al nuevo criado de su ama. Werther rogó al administrador que no ejecutaran al criado, porque había asesinado por amor, ya que amaba profundamente a su señora. Pero naturalmente no le hacen caso.
Este suceso pone de manifiesto la inadaptación social de Werther. Para él, el amor lo justifica todo, incluso el asesinato.
Werther empieza a odiar a Albert, quien se siente mal en la compañía del joven y ruega a Lotte que evite en lo posible las visitas de aquel chico tan melancólico.
Más cartas de Werther a su amigo y confidente Wilhelm (12 de diciembre).
Werther sueña con Lotte, le da un sinfín de besos, la abraza. No se encuentra a gusto en ningún sitio (carta de 14 de diciembre). Ya no tiene patria, rincón ni refugio.
Wilhelm viendo lo mal que está su amigo quiere ir a recogerlo, pero Werther le dice que se espere (carta de 20 de diciembre).
El domingo antes de Navidad va a casa de Lotte, que está sola. Ella lo invita a comer el día de Nochebuena y, siguiendo los consejos de su novio, le dice que no vuelva hasta ese día.
Werther se va a casa y llorando le escribe una carta diciéndole cuánto la ama y cómo, puesto que uno de los tres tiene que desaparecer, ése quiere ser él. Ha decidido que va a morir (21 de diciembre). Le dice a su criado que prepare sus maletas, pues va a hacer un largo viaje. Otra premonición mortuoria.
Al día siguiente Werther va a casa de Lotte, contraviniendo lo que ella le había dicho el día anterior, en cuanto a mantenerse alejado de la casa de ella y Albert. Lotte le pide que lea la traducción que él mismo había hecho de los versos emotivos y mitológicos de Ossian. Los dos comienzan a llorar, él en el brazo de ella, viendo su propio infortunio en el destino de aquellos nobles héroes. Ella le pide que siga leyendo. En la última parte del poema se dice que está cerca la hora de que la primavera se marchite, la tempestad habrá de deshojarla.
Cuando el caminante que la conoció en toda su belleza la busque en el campo, ya no la encontrará, pues habrá muerto.
Es el clímax: Werther se arroja a los pies de Lotte y llora. Cuando ya más tranquilos ambos, él se iba a su casa, ella, imaginando los funestos pensamientos de Werther, estrecha sus manos contra su pecho y las mejillas de ambos se rozan, los dos lloran, él la abraza y la besa. Ella logra separarse de él y, entre el amor y la cólera, le dice que no volverán a verse jamás. Él permanece en la casa media hora más mientras ella se encierra en su habitación y se niega a salir hasta que él no se vaya. Werther se despide diciéndole: “¡Adiós para siempre!”
El joven llega a su casa sin sombrero (lo encontrarán en una colina desde donde se contempla todo el valle tras su fallecimiento).
Llora en su cuarto su desventura, pero sabe que Lotte lo ama: es suya para siempre, aunque el suyo sea un amor imposible.
Ella está muy mal, no quiere que Werther muera, ignora si podrá disimular ante su marido Albert. El criado de Werther va a decirles que, por petición de su amo, le dejen las pistolas de Albert. Lotte no encuentra excusas para negárselas sin ser descortés, las descuelga, teme entregárselas; pero una mirada inquisitiva de Albert hace que se las dé al criado.
El corazón de Lotte presagia el espanto. Y quizá también el de Albert, pero él tiene razones para desear librarse de aquel joven que ronda a su mujer.
En la carta que Werther escribe a Lotte le dice que ella no podrá odiar a quien por ella ardió. Se despide también de Wilhelm, de su madre y de Albert, a quien pide que haga feliz a aquel ángel. Hace una pausa. Pasadas las once de la noche, sigue escribiendo. Ahora encarga a Lotte que pida que lo entierren al borde de un camino, para que quien por allí pase se santigüe y derrame alguna lágrima al recordar la triste historia de aquel muchacho. También quiere que lo entierren con su ropa, la que llevaba el día del baile cuando la conoció.
Lotte: el frac azul y el pantalón amarillo. Y pide que no le registren los bolsillos, pues en ellos lleva una prenda sagrada: el lazo que ella le regaló.
A medianoche, vistiendo el mismo traje que llevaba cuando conoció a Lotte –frac azul, chaleco y calzones amarillos-, con el drama de Lessing Emilia Galotti abierto sobre la mesa, con una botella de vino, pero sin vaso, se pega un tiro por encima del ojo derecho. A las seis de la mañana lo descubre su criado, todavía respira. Llama al médico y a Albert. Cuando Lotte se entera, cae desmayada. Werther muere a las doce del mediodía. Albert no pudo acompañar el cadáver al acto de entierro, porque temía por la vida de Lotte, muy quebrantada por la terrible impresión. Al suicida no le acompañó ningún sacerdote en su último viaje.
Toda la historia de Werther cabe entre la línea inicial, “¡Qué feliz soy de no estar ahí!” (carta de 4 de mayo de 1771), y la línea final, redactada por el editor: “No le acompañó sacerdote alguno”.
3. PROTAGONISTAS: WERTHER, CARLOTA Y ALBERT
Los personajes principales de la obra son Werther, Lotte y Albert, que forman un triángulo amoroso. Hay otros personajes secundarios, de cierta importancia: los hermanos pequeños de Lotte; Wilhelm, a quien van dirigidas las cartas; y el conde o el embajador que aparecen en la segunda parte y nos ayudan a comprender la sociedad de la época. Aparecen otros muchos personajes efímeros de los que tan sólo conocemos la primera letra de su nombre, como si fueran personas de quien se quisiera conservar su privacidad.
Werther era un joven apuesto. Pero de él lo que realmente conocemos es su perfil psicológico. La información sobre él es una etopeya, pues no se dan apenas datos sobre su físico, sino sobre su carácter. Es un joven de clase humilde, bonachón, apasionado, de naturaleza muy irracional, sentimental, inconstante, fatalista, febril, rebelde, crítico, obsesivo, idealizador, contradictorio... Podríamos resumirlo en una sola palabra: un romántico extremo. Le encantan los niños y busca la felicidad. Está relacionado con la naturaleza, que influye en su estado anímico. Además, se presenta en desacuerdo con ciertos aspectos de la época tanto políticos como sociales y culturales.
También se muestra apasionado cuando habla del suicidio como signo de valentía y liberación (carta de 12 de agosto)
Su fatalismo y su inconstancia. Su inadaptación social que lo conduce a la tumba.
Su faceta de crítico social se observa en las cartas de 26 de noviembre, de 8 y 20 de enero, donde ataca a la alta sociedad, que se burla de quienes no son como ellos y no pertenecen a su elevado ambiente social.
Su visión romántica de la naturaleza, en la carta de 18 de agosto. El paisaje refleja sus estados de ánimo. Cuando está feliz, es un paraíso. Si está triste, un verdugo insoportable y un espíritu torturador. El “fértil valle” donde “todo germinaba y brotaba en torno a mí, amenos bosques, manso río, graciosas nubes, dulce brisa, un mundo infinito reanimaba mi alma” se convierte de pronto en “desértico erial”, “abismo de la tumba siempre abierta”, “catástrofes del mundo”, “inundaciones arrasando pueblos”, “terremotos”, “monstruo eternamente devorando...”, “relámpagos”, “corriente arrastrada que se estrella en la roca”, “mísera tumba, en la infelicidad que le invade”...
La naturaleza se relaciona con el estado de ánimo del protagonista.
Werther vestía frac azul, chaleco y calzones amarillos. Con esta ropa acude al baile donde conoce a Lotte y con ella muere y es enterrado. Este detalle del personaje tuvo muchísimo éxito y miles de jóvenes de toda Europa empezaron a vestir al modo de Werther, incluido el propio Goethe y, siguiendo su ejemplo, el mismísimo duque de Weimar.
Carlota, Charlotte o Lotte, por otro lado, es descrita como la amada perfecta. Dulce, hogareña, bondadosa, casta y pura. Aunque denote en su carácter cierto apasionamiento, es una muchacha fiel a sus promesas, realista y sensata. Una joven candorosa y afable que, tras la muerte de su madre, se hace cargo de su padre y sus nueve hermanos, tal y como prometió a su progenitora en el lecho de muerte. También se promete a Albert por petición expresa de su madre antes de fallecer. Y por el amor y devoción que sentía por la difunta, se entrega totalmente a cumplir su última voluntad. Lotte es de mediana estatura, dotada de hermosa figura, ojos negros, labios rebosantes de vida, mejillas frescas, muy querida por todos sus hermanos, de gran vitalidad, natural, espontánea, simpática. Es el prototipo de la mujer convencional, clásica más que romántica, su belleza va pareja de su virtud. Lotte no se atreve a romper las convenciones en las que ha sido educada (aunque, en el fondo de su corazón, siente algo muy especial y poderoso por Werther que ella no se atreve a confesarse que es amor). De hecho, se casa por Albert por inercia, porque se lo había prometido a su madre en su lecho de muerte, por respeto a la palabra dada.
En cuanto a Albert, si Werther es un burgués que busca acomodo, él pertenece a una clase social ya acomodada. Está prometido con Lotte y se casa con ella. Llega a ser amigo de Werther, pero después son rivales, pues Albert sospecha que Werther ama a su prometida. Está caracterizado por su antagonista Werther como un hombre honrado, amable, sensible, con poco carácter, comprensivo, adinerado y se dice de él que viaja a menudo, pero no por placer o sentido de la aventura, sino por asuntos laborales o económicos. Albert representa la vida convencional, la parte poco amable del clasicismo. Él es la racionalidad aburrida de los maestros dieciochescos.
Es la lógica burguesa, del raciocinio y la falta de imaginación. Justo la postura antitética del Romanticismo que encarna Werther.
4. EL NARRADOR EN WERTHER
La obra está escrita en forma epistolar; en las partes I y II se reúnen las cartas que el joven Werther envía a un amigo, Wilhelm. Al final de la obra, en el epílogo, el narrador es el editor que cuenta la historia en tercera persona a partir de testimonios de fragmentos de cartas de Werther o del relato de otros personajes.
Por lo tanto, al principio de la novela encontramos un narrador autobiográfico que cuenta la historia en la que participa desde su punto de vista. Pero en la parte final nos encontramos con un narrador recopilador, que recoge testimonios sobre el protagonista, aunque en ocasiones parezca omnisciente.
La forma epistolar de la novela, con las fechas al comienzo de cada carta, la convierte prácticamente en un diario de la vida de Werther, lo que le da una fuerte carga de subjetividad. El relato se centra en un protagonista, que cuenta su historia y revela de manera detallada sus acciones, sentimientos y pasiones. Werther, a través de sus cartas, nos hace partícipes de todo lo sucedido, salvo en el epílogo, donde era obligada la aparición de un nuevo narrador, el editor, que nos cuenta el final del joven héroe romántico.
Quizás ese editor se identifique con Wilhelm, el confidente de Werther, mantenido en la sombra durante todo el relato y del que apenas sabemos nada. Pero esta posibilidad no queda del todo clara en la novela.
Por otro lado, también podemos pensar que es el editor del epílogo el que pone la dedicatoria inicial de la novela:
“Cuanto he podido indagar sobre la historia del pobre Werther lo he recopilado con esmero, y os lo brindo aquí, consciente de que me lo vais a agradecer. No podréis negar vuestra admiración y cariño a su genio y a su carácter, ni a su destino vuestras lágrimas.
Y tú, alma buena, que sientes el mismo anhelo que él, saca consuelo de sus penas y acepta este librito como amigo si, por suerte o culpa propia, no puedes encontrar otro más a mano.”
De esta manera, la novela tendría una estructura circular: la voz del narrador que la abra es también la que la cierra.
5. EL ESPACIO EN WERTHER
Goethe es muy parco a la hora de citar topónimos, que suelen aparecer con abreviatura, por ejemplo cuando habla del “pastor de St.”, o desaparecen absolutamente, por ejemplo cuando dice “La ciudad en sí es desagradable…”, sin que sepamos el nombre de esa ciudad, como tampoco sabemos el nombre del pueblo natal de Werther ni sabemos a qué ciudad se fue a trabajar como secretario de legación para olvidarse de su amor por Lotte, aunque sí sepamos que estaba en el sur de Alemania. Y cuando nos revela algún topónimo, como es el caso del pueblecito en el
que fue feliz, Wahlheim4, nos recuerda enseguida que no nos esforcemos en buscar ese lugar en el mapa porque no lo encontraremos.
4 La crítica, no obstante, ha establecido que Wahlheim es identificable con Garbenheim, aldea próxima a Wetzlar, y que Wetzlar, donde Goethe fue secretario de embajada y donde se enamoró de Friederike Brion, es la ciudad anónima de la novela que no le gustaba. Pero ello se ha debido a sesudas investigaciones filológicas, biográficas y toponímicas, no a que el texto transparente por sí mismo los lugares aludidos.
De todas formas, sí podemos decir que la acción narrativa se desarrolla en diferentes lugares:
ü _La historia comienza en la residencia del Conde de M…, que vive en una colina a las afueras de la ciudad, en plena naturaleza. Este lugar, paradisíaco y lleno de paz, agrada especialmente a Werther, quien disfruta mucho estando allí, ya que puede dar paseos no solo por el jardín, sino por los alrededores donde puede disfrutar del bosque, el valle y el contacto directo con la naturaleza. Remite al tópico del “locus amoenus”, de tradición medieval.
ü _Seguidamente nos habla de Wahlheim, que es un lugar a media hora de la ciudad, en plena naturaleza, situado en una colina con vistas a un precioso valle. Wahlheim es el lugar de residencia de Carlota, donde Werther se enamora, de donde se marcha para tratar de olvidarla, adonde vuelve porque no puede hacerlo y donde finalmente acaba con su vida; es el lugar en torno al que gira la mayor parte de la acción de la novela;
ü _Otro lugar muy relevante para la obra es la casa de Carlota, en la que Werther pasa mucho tiempo hablando, leyendo o tocando el piano y cantando. La mayoría de las veces el protagonista es recibido en el salón, pero al final de la obra se puede ver cómo también están en el cuarto de la joven, posiblemente indicación de una mayor confianza.
ü _En la historia cobra gran importancia la naturaleza ( Beatus ille)ya que, como se nos muestra ya en el principio, Werther detesta la ciudad:
El único espacio que tiene relevancia propia es la naturaleza, de la que hablamos más adelante.
Encontramos una dualidad en el tipo de espacios: aunque todo sucede en un ambiente rural, tenemos espacios abiertos y espacios cerrados. En general predominan los espacios abiertos, naturales; concretamente, la mayor parte de la historia se desarrolla en Wahlheim, ya que, viviendo allí, Werther podía visitar a Charlotte todos los días y dar largos paseos con ella. También le encanta salir a hablar con los campesinos y conocer gente, pintar, leer o simplemente contemplar el precioso e idílico paisaje.
Cabe destacar la relación que establece el protagonista entre la naturaleza y sus sentimientos, siempre incluidos en sus representaciones de los paisajes. A lo largo de la obra, también podemos observar cómo se centra en determinados elementos, como es el caso de la fuente en la que le gusta sentarse y charlar con los vecinos. La naturaleza tiene relevancia, es el espacio más importante, porque Werther se identifica con ella y la convierte en el espejo de sus emociones y estados de ánimo: tormentosa o idílica, según el momento de la narración.
Pero también se muestran los interiores, especialmente los de la casa de Charlotte. La mayoría de los espacios cerrados pueden atribuirse a la clase media, aunque, cuando Werther trabaja para el embajador, hallaremos lugares relacionados con los miembros de la alta aristocracia. Por otro lado, muchas de las veces en las que el protagonista visita a Charlotte, ésta está en casa; esto es un fiel reflejo de la situación de las mujeres burguesas de la época, que se dedicaban a cuidar de la familia y a leer, tocar el piano y pasear.
El personaje que unifica los diferentes espacios es Werther, lo que resalta aún más su protagonismo: él es realmente el centro sobre el que gravita toda la historia.
6. EL TIEMPO EN WERTHER
La obra está ambientada durante los años 1771 y 1772, en concreto del 4 de mayo de 1771 al 20 de diciembre de 1772; la narración del editor no se sabe cuándo tiene lugar, si es contemporánea al fallecimiento de Werther o está hecha un tiempo después del suicidio del protagonista. Al ser un relato epistolar, tenemos constancia de las fechas concretas en que suceden los hechos; todas las cartas siguen un orden cronológico casi diario. Como el fin de la obra es el fin de la vida del protagonista, podemos decir que se narra el último año de la vida de Werther.
En cada carta se narra lo que el personaje principal ha hecho a lo largo de la jornada, y la duración de las acciones es variable, desde unas horas a un día completo (pues, al funcionar el epistolario como un diario, nunca se cuentan hechos de más de un día); predominan las primeras horas del día, cuando va a visitar a Charlotte, y es importante el mes de julio, cuando comienza el enamoramiento.
La narración es lineal, sin ningún tipo de alteración cronológica (saltos al pasado o anticipaciones del futuro), como es lógico en una narración epistolar. Aunque la linealidad del relato no evita que ciertos rasgos (por ejemplo, la recitación de los cantos ossiánicos) funcionen como premoniciones del funesto desenlace que vendrá.
El uso de fechas concretas en la narración (1771-1772) y su proximidad a la fecha de publicación de la novela (1774) pretende dotar a la obra de una fuerte verosimilitud, como si fueran hechos sucedidos realmente. De no ser por la datación de las cartas, no podríamos concretar cuándo sucede la acción, pues no hay datos internos concretos (referencia a hechos históricos, formas de vestir específicas...). Ello favorece que los lectores, sobre todo los jóvenes, independientemente de su lugar de nacimiento o de su lengua materna, puedan identificarse con Werther.
Goethe guardó distancias con Las desventuras del joven Werther en su vejez. Lamentó su fama, haber hecho público su amor juvenil hacia Charlotte Buff. Aunque escribió Werther cuando tenía veinticuatro años, la mayoría de los visitantes que tuvo en su vejez sólo habían leído ese libro y lo conocían sólo por esa novela, entre todas las obras que escribió (más de doscientas). Él mismo lo llamaba “el pequeño libro”.
Ya cuando viajó a Italia, 1776-1778, la gente -que lo conocía por haber leído la traducción del libro- lo paraba y le preguntaban si era verdad que Werther había existido y si eran ciertas todas las tribulaciones que había pasado.
Su amigo Kestner le había dicho que se sentía malparado en la novela, todo esto hizo que Goethe, en 1776, tras la publicación del libro, emprendiera la tarea de modificarlo. Le escribe a su amiga Charlotte von Stein en una carta de ese año:
“Estoy corrigiendo el Werther y sigo creyendo que el autor no podía haber hecho nada mejor que suicidarse después de haber puesto el punto final”.
Así nació la segunda edición del Werther, de 1787, corregida y aumentada, con una adición importante: el episodio del criado enamorado de su ama y con un Kestner-Albert menos hosco y estirado que en la primera versión. Por cierto, Kestner siguió siendo amigo de Goethe toda la vida, a pesar de los sinsabores que le produjo Werther. Reconocía en la novela el personaje de su mujer, pero él no se identificaba con Albert, sentía a aquel individuo como una creación imaginativa de su amigo.
En su vejez, Goethe odiaba en cierta forma este libro y reconoció el impacto emocional que Las desventuras del joven Werther había tenido en los jóvenes enamorados y deprimidos de su época.
En el libro 13 de Poesía y verdad, sus memorias, escribió:
“Atormentado por pasiones no satisfechas, en absoluto incitados a acciones importantes, con la única perspectiva de habernos de consumir en una vida arrastrada, trivial, burguesa, uno intimaba en enojada arrogancia con el pensamiento de poder abandonar la vida por propia decisión en el momento en el que ya no le conviniera, y con ello se ayudaba provisionalmente a superar la penuria y el aburrimiento de los días."
Reconocía, pues, que el éxito de la obra se debía al hecho de haberla escrito en el momento oportuno y en el lugar adecuado, con una generación de jóvenes ociosos, faltos de actividad, más bien ricos, y en actitud de protesta, como lectores de la obra. No en vano Werther era un joven que vestía con cierta extravagancia, que había decidido retirarse y vivir en la naturaleza, en libertad, sin trabajar. Su ocupación era la de sentirse insatisfecho, la de dejarse estar en un estado de embriaguez primero y de desesperación después, hasta decidir suicidarse.
Un escritor, Nicolai Friedrich, decidió escribir un final alternativo para la novela, más agradable, en su novela llamada Die Freuden des jungen Werther (Las alegrías del joven Werther), según el cual Albert, reconociendo las intenciones de Werther, llena las pistolas de sangre de pollo, evitando el suicidio y el espanto de Lotte. Goethe encontró esta versión desagradable y empezó una enemistad literaria con Nicolai que duró toda la vida. Contra él escribió el poema “Nicolai auf Werthers Grabe”, “Nicolai en la tumba de Werther”, donde Nicolai defeca en el sepulcro de Werther execrando su memoria.
La auténtica Lotte, Charlotte Buff, cuando era una anciana de setenta y tres años, viajó a Weimar para encontrarse con su amigo de juventud, Goethe, pero su decepción fue total al encontrarse con un anciano desagradable. Este encuentro lo noveló Thomas Mann en su novela Lotte in Weimar.
Curiosamente al propio Goethe le tocó sacar del río Ilm, cercano a Weimar, el cadáver de una joven que se había suicidado y que la corriente había llevado cerca de la casa veraniega del poeta llevando un ejemplar del Werther entre sus manos.
El suicidio es visto como liberación. También es visto por Werther como un acto de valentía, al contrario de la opinión más convencional de Albert, que lo considera un acto cobarde. En la carta del 12 de agosto Albert y Werther discuten esta cuestión y se ve la incompatibilidad de sus opiniones sobre el asunto.
En cierta forma, podría compararse el suicidio de Werther con el de Willy Loman, en Muerte de un viajante, de Arthur Miller. Ambos personajes se ven abocados a esta decisión, se van quedando sin otra salida que la de morir y la eligen voluntariamente, en el caso de Werther como liberación, en el de Willy como medio para que su familia cobre el seguro y sus hijos puedan tener una nueva oportunidad.
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