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1.1. BIOGRAFÍA GOETHE:




Poeta, dramaturgo, novelista, crítico y científico alemán, nació en el seno de una familia burguesa acomodada y recibió su primera educación en casa por parte de su padre. Estudió derecho en Leipzig, pero hubo de interrumpir su carrera por una enfermedad. Finalmente, la terminó en Estrasburgo, donde conoció a Herder, quien le ayudó a descubrir su vocación literaria porque, si bien antes ya había escrito algunos poemas y piezas cortas de teatro, éstas no eran relevantes y es el filósofo quien le habla de una nueva literatura que estaba arrollando al Rococó y el Neoclasicismo : el Sturm und Drang, caracterizado por el genio, la naturaleza, la libertad y la originalidad, todo ello reforzado por la religión. Así, estudia a Shakespeare, Calderón de la Barca y la poesía de Macpherson y Klopstock. Ejerce poco tiempo la abogacía y es en esta época, tras un desengaño amoroso y el suicidio de un amigo, cuando escribe su novela epistolar Werther, además de varios poemas e himnos en verso libre.
Goethe fue invitado a la corte de Weimar para ejercer su labor como consejero del duque Carlos Augusto, y es aquí donde reside hasta el fin de sus días. En la corte, además de consejero, llegó a ostentar el cargo de administrador. Aquí se creó un círculo de intelectuales del que nuestro autor formó parte junto con Herder y Schiller entre otros.
Inicia en esa época sus investigaciones científicas. Interesado por la óptica, concibió una teoría distinta a la de Isaac Newton sobre los colores y también investigó en geología, química y osteología, disciplina esta última en que descubrió el hueso intermaxilar en marzo de 1784, que pone una de las primeras piedras en la teoría de la evolución del hombre, aunque en esto se le adelantó por muy poco un anatomista francés, lo que le supuso una gran frustración. Las cartas a Charlotte von Stein dan fe de esta época de su vida, envuelta en todo tipo de encargos y gestiones para reformar el muy pequeño y humilde estado de Weimar
Ingresó en la Masonería el 11 de febrero de 1783, aunque según el escritor masónico Lorenzo Frau Abrines,[1] la fecha de su ingreso es anterior, el 23 de junio de 1780, dentro de la efímera logia Amalia, que abatió columnas dos años después. En 1830, dos años antes de su muerte, Goethe compuso un poema titulado Para la fiesta de San Juan de 1830, en ocasión de celebrarse su cincuentenario como miembro de la masonería. A su condición de masón y a su paso por la Masonería, así como a otras aficiones que al parecer cultivó, se atribuye influencia en su obra, especialmente en Fausto.
Un trascendental viaje a Italia (1786–1788) cambió su desequilibrada estética romántica por el equilibrio clásico. Empezó en Venecia, donde compuso sus Epigramas venecianos, y terminó en Roma, donde estudió la cultura grecolatina a fondo; de esta época son sus Elegías romanas. El viaje a Italia supone el comienzo de su periodo clásico.
Sin embargo, a su regreso a Weimar en 1788 se encuentra una gran oposición a su nueva estética; es más, se forma un cierto escándalo cuando llega a divulgarse que desde ese mismo año vive amancebado con una jovencita, Christiane Vulpius (1765–1816), que le dio al año siguiente un hijo, Julius August Walther von Goethe (1789–1830); cuatro abortos sucesivos posteriores inducen a creer que entre ambos había incompatibilidad de grupos sanguíneos, en aquella época desconocida. Goethe legitimó a su único hijo en 1800.
No abandonó completamente su pretensión de labrarse una carrera científica. En Zur Farbenlehre, 1810, intentó refutar con poca fortuna la teoría de los colores de Newton. En el primer volumen de esta obra se halla la que es sin duda la primera historia comprensiva de la ciencia.
Dirigió el Teatro ducal entre 1791 y 1813 y con motivo de este cargo conoció en 1794 al dramaturgo Friedrich von Schiller, con el que sostuvo una luenga amistad y cierta correspondencia epistolar hasta la muerte de éste en 1805. Schiller publicó las hasta entonces inéditas Elegías romanas de Goethe en su periódico, Las Horas, en 1795. También imprimió la novela Los años de aprendizaje de Wilhelm Meister (1796) y la novela en verso Hermann y Dorothea (1798). Schiller incitó a Goethe a que prosiguiera en la gran obra de su vida, el Fausto, poema que no paraba de corregir y ampliar y cuya primera versión apareció en 1808. Desde dos años antes se hallaba ya casado con Christiane Vulpius, quizá para acallar a quienes criticaban su estilo de vida. El hecho más importante quizá de esta época de su vida es su entrevista en Erfurt con Napoleón I en 1808, cuando el ejército francés ocupaba parte del territorio prusiano en el marco de las guerras Napoleónicas.
La Revolución francesa supuso para Goethe un gran trastorno; algunos de sus epigramas venecianos ya tratan este tema, pero como su pensamiento se hallaba por completo imbuido del equilibrio y armonía del clasicismo y veía el ser como una totalidad orgánica a partir de la filosofía de Kant, el desarrollo de la revolución y el cambio provocado por la violencia le parecían una atrocidad. saber pueden, sin embargo, engendrar la miseria moral y espiritual. Por otra parte, en la lectura y estudio de Spinoza encuentra también un consuelo al desequilibrio romántico que le embargaba, como cuenta en Poesía y verdad, donde se extiende en comentar especialmente su frase de que «quien bien ama a Dios, no debe exigir que Dios le ame a él».
Goethe disfrutó ya en vida de fama, respeto, prestigio y admiración. Delacroix le retrató en una litografía en 1827, aparte de ilustrar Fausto y Götz von Berlichingen. Por ello, fueron muchos los jóvenes de su época que quisieron conocerlo en persona o, cual se suele pedantescamente decir: vera effigies. Por otra parte, su secretario, Eckermann, anotaba cuidadosamente sus conversaciones con el maestro a lo largo de los años y escribió unas Conversaciones con Goethe, donde aparecen reflejadas las opiniones que en sus últimos años sostuvo sobre esas visitas y también sobre todo lo divino y lo humano.
En este entorno escribe bellas poesías líricas, inspiradas por su musa,  así como poemas y dramas de encargo para la corte, además de producir obras como Torcuato Tasso o Egmont. De este periodo es su obra más ambiciosa, Fausto, a la que sometió a continuas revisiones. No hay que olvidar la importancia en la creatividad del autor el viaje que éste realizó a Italia, donde además de dedicarse a la creación literaria, experimentó con la pintura, continuó sus estudios de botánica y la contemplación del arte clásico. Es aquí cuando reniega del Romanticismo y se identifica con el equilibrio clasicista. A la vuelta de este viaje, Goethe entró en un periodo oscuro debido al rechazo social que sintió en la corte y a su anhelo por volver a Italia, por lo que su producción literaria de esta última etapa fue más bien escasa.
En Weimar pasó sus últimos días y allí es donde murió.


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