. No disponía de ningún ahorro, por lo que había tenido que aceptar un empleo en un buque platanero, con el cual, al menos, le había sido posible
alejarse de Nueva York. Durante un tiempo había vivido con el temor de que la tía Dottie le hiciese buscar por la policía en Nueva York, aunque nada malo había
hecho en Bastan, sólo escaparse para abrirse camino en el mundo, como millones de jóvenes habían hecho antes que él.
Tom opinaba que su principal equivocación estribaba en su sempiterna inconstancia, que le impedía echar raíces en los empleos que conseguía, como le había
sucedido en el departamento de contabilidad de unos grandes almacenes. Aquel puesto tal vez le hubiera dado una oportunidad de ascender a cargos más importantes,
pero le había desalentado por completo la lentitud con que se movía el escalafón de la firma. De todos modos, parte de la culpa la tenía la tía Dottie al no haber tomado
en serio ninguna de las empresas que él había acometido, empezando por el puesto de repartidor de periódicos que había tenido a los trece años. Se había ganado una
medalla de plata, concedida por el periódico en premio a su «cortesía, servicio y formalidad». Le parecía estar viendo a otra persona al recordar cómo era él por aquel
entonces: un crío flaco y llorón, aquejado siempre por un resfriado de nariz, pero que, sin embargo, había logrado ganarse una medalla de plata por su cortesía, su
espíritu servicial y su formalidad. La tía Dottie no podía ni verle cuando estaba resfriado, y solía sonarle la nariz con tanta fuerza que casi se la arrancaba.
Tom se estremeció al recordado, pero lo hizo con elegancia, aprovechando para arreglarse la raya de los pantalones.
Recordó que ya a los ocho años había hecho votos de escapar de su tía, imaginándose toda suerte de escenas violentas al tratar ella de impedírselo... luchaban y
él la derribaba a puñetazos, estrangulándola, y finalmente le arrancaba el broche que llevaba prendido en el vestido y le asestaba un millón de puñaladas en la garganta
con él. Se fugó a los diecisiete años, pero le habían llevado de vuelta a casa, donde siguió hasta los veinte. Entonces huyó otra vez, en esa ocasión con éxito. Resultaba
asombroso ver cuán ingenuo había sido, cuán poco sabía del mundo y de sus cosas, como si el odio hacia la tía Dottie no le hubiera dejado tiempo para aprender y
hacerse un hombre. Se acordaba de sus sentimientos al ser despedido del almacén donde había trabajado durante su primer mes en Nueva York. El empleo le había
durado menos de dos semanas, porque no era lo bastante fuerte para pasarse ocho horas diarias levantando cajas de naranjas, pero se había esforzado tratando de
conservar el trabajo, hasta casi caer enfermo; cuando le despidieron le había parecido una jugarreta monstruosamente injusta. No lo había olvidado. Entonces sacó la
conclusión de que el mundo estaba lleno de gentes como Simon Legree
[1]
, y que uno tenía que convertirse en un animal, duro como los gorilas que trabajaban con él en
el almacén, si no quería morirse de hambre. Recordó que acababa de salir despedido y entró en una tienda donde robó un pan, llevándoselo a casa y devorándolo,
pensando que el mundo le debía un pan y mucho más.
—¿Míster Ripley?
Una de las inglesas que días antes había compartido con él el sofá del salón se inclinaba hacia él.
—Nos estábamos preguntando si accedería usted a jugar una partida de bridge con nosotras. Vamos a empezar dentro de unos quince minutos. ¿Qué le parece?
Tom se incorporó cortésmente en la silla de cubierta.
—¡Muchísimas gracias! Verá, prefiero quedarme disfrutando del aire libre. Además, soy bastante malo jugando al bridge.
—¡Oh, nosotras también! Como guste, otra vez será.
4.1. Estructura técnica.
ResponderEliminarNos encontramos ante un fragmente del talento de Mr.Ripley de Patricia Highsmith.
Pertenece al género narrativo, subgénero novela.
El narrador narra en tercera persona y es omnisciente.
La novela presenta una estructura externa de 30 secuencias enumeradas y no en capítulos, una característica de la novela experimental.
Su estructura interna se encuentra dividida la obra en siete partes distintas y este fragmento pertenece al inicio de la obra, a la primera parte que corresponde al viaje en barco.
Tiempo externo: Siglo XX.
Tiempo interno: Unas horas.
Espacio externo: Nueva York.
Espacio interno: En la cubierta del barco.
Por un lado emplea el estilo indirecto libro, ya que el narrador relata los sentimientos y pensamientos desde el punto de vista del otro personaje y consigue que nos pongamos en el lugar del personaje y por otro lado emplea el estilo directo mediante la utilización del diálogo entre Tom y una de las inglesas del barco.
Los personajes que aparecen son: Tom y la inglesa.
Punto de vista: Objetivo, el narrador no da su opinión.
Por último, en el fragmento contemplamos un flash-back, cuando el narrador hace una vista al pasado.
4.2. Lenguaje y estilo.
Lenguaje:
Por un lado encontramos el empleo de numerosos adjetivos con los que lleva a cabo las descripciones. Por ejemplo: grande, flaco, llorón, servicial...
Por otro lado, utiliza los verbos para reflejar los impulsos y las acciones. Estos aportan viveza al texto. Y podemos encontrarlas en pretérito perfecto, por ejemplo: se estremeció, recordó. Con estos verbos, narra hechos ya vividos. Como también, en pretérito imperfecto, para realizar las descripciones. Por ejemplo: derribaba, arrancaba, llevaba.
No emplea cultismo y por lo tanto, el texto es de fácil comprensión.
Estilo:
En primer lugar, podemos apreciar el uso de la yuxtaposición y por otro lado, la falta de los nexos en estas oraciones. Por ejemplo del nexo copulativo "y". Ejemplo: Durante un tiempo había vivido con el temor de que la tía Dottie le hiciese buscar por la policía en Nueva York, aunque nada malo había hecho en Bastan, sólo escaparse para abrirse camino en el mundo, como millones de jóvenes habían hecho antes que él.
A continuación vemos el uso de exclamaciones lo que aporta un tono exaltado al texto. Por ejemplo: ¡Muchísimas gracias!
También, emplea los puntos suspensivos, los que indican que está confuso y las emociones le pueden. Es lo que se conoce como elipsis, cosas que no se terminan de decir. Por ejemplo: imaginándose toda suerte de escenas violentas al tratar ella de impedírselo...
Por último, lleva a cabo una prosopografía, es decir, una descripción física del personaje y al mismo tiempo una etopeya, una descripción psicológica. Por ejemplo: un crío flaco y llorón, aquejado siempre por un resfriado de nariz, pero que, sin embargo, había logrado ganarse una medalla de plata por su cortesía, su espíritu servicial y su formalidad.