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1.2. Contexto hco.-literario de Werther:


 No hay para el romántico ideal más bello que el perdido.
(Russel P. Sebold)
PRINCIPIOS DEL SIGLO XIX – MARCO POLÍTICO
En 1789 la Revolución Francesa extendió por Europa un sentimiento de libertad, e igualdad ciudadanos. Pero a principios de XIX aparece la figura de Napoleón Bonaparte, quien inició un período de guerras en Europa con el fin de formar un gran imperio bajo el dominio de Francia e imponer las nuevas ideas de ciudadanía.
 Las guerras napoleónicas provocaron una reacción nacionalista en toda Europa. Los territorios invadidos por Napoleón opusieron resistencia al uniformismo bonapartista y despertaron un sentido de identificación y amor a la tradición patria que desembocó en un acérrimo nacionalismo, en una búsqueda de libertad y en una defensa de los valores nacionales o locales. Esto llevó a reafirmar las monarquías absolutas con el fin de combatir a Napoleón, quien se había proclamado emperador e intentaba crear una nueva dinastía.

¿QUÉ ES EL ROMANTICISMO?

«El romanticismo es a la vez un movimiento revolucionario que abarca desde la política a las letras, y una nueva valoración de actitudes y paisajes, desde el paisaje interior a la proyección del alma sentimental sobre el mundo externo. Romanticismo es la Revolución francesa y un drama de Hugo; el nuevo concepto de la naturaleza por Rousseau y un poema de Byron; la síntesis del Fausto y el análisis psicológico del Werther.» (Valbuena Prat 1968, vol. III, p. 116)

El término romántico se aplica literariamente al movimiento cultural que se desarrolla en Europa desde fines del siglo XVIII-XIX y que, en oposición al clasicismo anterior, potencia un individualismo animado por la fantasía y el sentimiento.Lo que sí está claro es que el Romanticismo supone una ruptura con una tradición, con el orden y la jerarquía de valores culturales y sociales anteriores, y todo en nombre de una libertad auténtica de expresión individual. 
 Nace en el último cuarto del siglo XVIII 1º en Alemania y casi al mismo tiempo  en Inglaterra , pasa luego a Francia desde donde se extiende a España, Italia y Rusia. Y aunque el espíritu del Romanticismo se difundió por toda Europa, cada país adaptó a su modo las ideas fundamentales románticas, creando cada uno su propio Romanticismo. Hay varios Romanticismos según el tiempo y los lugares. El Romanticismo es un movimiento que brota de múltiples fuentes: católicas, protestantes, naturistas, etc.
«La primera generación en la que prendió la sensibilidad romántica estaba entusiasmada con la Revolución [1789]. Compartían con los que tomaron la Bastilla el desafío de luchar por la libertad, sólo que para los románticos esa libertad no era sólo política sino también interior. Cuando llegó la época del Terror, se distanciaron de Francia, ya que rechazaban la idea de Robespierre de considerar a todos por igual. Todo acabó en el Congreso de Viena [1814-1815], en la que se reorganizan las fronteras de Europa tras la derrota de Napoleón. 
Además tras la muerte de Goethe en 1832, la actitud romántica sufre una clara cesura y se impone el Realismo. La industrialización moviliza a la gente hacia la política y se apaga la radicalidad romántica, que volverá a surgir a finales del XIX.» (Rüdiger Safranski: Romanticismo. Una odisea del espíritu alemán. Madrid: Tusquets, 2009)
Desde el punto de vista literario supone una reacción frente a las formas rígidas del clasicismo y del neoclasicismo del siglo XVIII. 
Busquedad de la libertad en las imágenes, en las ideas, en los sentimientos, en la expresión y en los temas, buscando lo humano, lo nacional, lo heroico, lo divino y lo extraordinario.
Ruptura en las formas literarias y en la métrica: Uso de la polimetría y ruptura de la regla de las tres unidades grecolatinas.
El romanticismo es una de las literaturas más amplias y ricas del mundo y por eso mismo, compleja; sobre todo en su definición. La mejor definición del Romanticismo la dio  el poeta alemán Novalis, amigo de Goethe:
"Hay que hacer romántico el mundo. Entonces descubriremos una vez más su significado original. Hacer romántico algo no es sino una potenciación. Donde el yo inferior se identifica con el yo superior. Y doy un significado superior a lo vulgar y rutinario, un aspecto misterioso a lo acostumbrado, un aire infinito a lo finito, estoy "romantizando".

La norma es la libertad de inspiración. Las viejas normas clásicas se consideran sin sentido, se proclama la libertad literaria. Predomina el concepto de “genio”, que no admite imposiciones por hallarse por encima de todo el mundo de los cánones.
En poesía surge una polimetría musical.  En el teatro se rompen las tres unidades clásicas de lugar, tiempo y acción y se vuelve a la técnica del siglo XVII.
 Lo irracional se cultiva como tema. Desaparece el arte moralizador, el arte tiene ahora solamente finalidad estética y no de enseñanza.
Desde el punto de vista filosófico, el Romanticismo supone una nueva y total valoración de la conciencia subjetiva, en la que el sentimiento alcanza una importancia especial: visión trágica de la realidad como algo inaccesible, percepción individual intensa de la naturaleza, violenta pasión por la libertad.
Importancia de la nación y de la historia: la conciencia individual se prolonga en la conciencia colectiva del nacionalismo (historicismo o populismo) y en el goticismo (gusto por lo maravilloso).
Como ideología corresponde a la concepción idealizada que la burguesía se forma de sí misma.
LOS DOS POLOS DEL ROMANTICISMO
Dos tendencias alberga el movimiento romántico: la tradicional y la revolucionaria. La tradicional consiste en la restauración de los viejos valores tradicionales: exaltación de lo nacional, de la Edad Media, de lo caballeresco y de lo cristiano. La tendencia revolucionaria se alza contra la jerarquía y la religiosidad tradicional, y exalta lo liberal y el individualismo. Exalta el subjetivismo escéptico.
Desde el punto de vista político, el Romanticismo se identifica con una réplica de la sociedad burguesa frente a los excesos del absolutismo monárquico, pero al mismo tiempo combate la anarquía de la revolución popular, pues, el romántico a la vez que lucha por la libertad quiere una sociedad estable. 
El Romanticismo tiene dos vertientes o dos líneas maestras: 
  • el ala derecha tradicional que busca la identidad nacional en la unidad de la lengua y de la cultura de un país: Romanticismo reaccionario, historicista, católico, tradicionalista y conservador, apegado al alma popular (Volksgeist) entendida como tradición y cultura nacional , búsqueda de las fuentes históricas nacionales.
  • el ala izquierda liberal, rebelde y contraria a la sociedad establecida que busca la emancipación ciudadana del poder absolutista del Antigua régimen y exalta el ideal de hombre que se rige por sus propias leyes como los bandoleros: Romanticismo liberal, revolucionario, exaltado e irreverente, de una rebeldía individualista y solidaria, carente a menudo de ideología (Byron, Espronceda, Shelley, Victor Hugo, etc.).
Al final, el Romanticismo derivó hacia un eclecticismo retórico y vacío, pero fomentó un amplio movimiento de renovación estética y de una nueva sensibilidad.
Cronológicamente, el Romanticismo surge en Inglaterra a la sombra de la novela gótica y de las narraciones sentimentales del siglo XVIII, con peculiaridades que lo diferencian del Romanticismo continental. Los primeros poetas románticos británicos son los llamados “lakistas” (asentados en Lake District National Park, en Cumbria, una de las pocas regiones montañosas de Ingletarra). Fue el romanticismo de autores como Young, Macpherson y otros.
En Francia, Diderot, Rousseau y Saint-Pierre ya habían puesto las bases teóricas para el Romanticismo, pero fue en la joven Alemania donde el Romanticismo alcanzó su máxima expresión ya con el movimiento Sturm und Drang, que entronizó la figura del genio y la idea de la poesía como creación del genio, como pasión, destino y obra sujeta a los cambios anímicos de su creador. Este movimiento aglutinó todas las sensibilidades y autores contrarios al racionalismo y clasicismo del XVIII. 
Se pueden enmarcar en el Romanticismo alemán los hermanos Schlegel, Tieck, Novalis, Achim von Arnim, Brentano, Görres, Eichendorf, Chamizo, Lenau, Arndt, Uhland, Corner y Heinrich Heine (“el último romántico”). En Gran Bretaña: Coleridge, Walter Scott, Keats. En Francia: Lamartine, Musset. En Italia: Manzoni, Leopardi. En España: Zorrilla.

CARACTERÍSTICAS DEL ROMANTICISMO
Perfil humano del autor romántico: joven, rebelde, inconformista, sediento de justicia, sensible, deseoso de mostrarse tal como es, sin tener un conocimiento claro de sí mismo, cambiante, con conciencia de víctima social, inadaptado, orgulloso de no estar integrado dentro del orden social. Ese mundo social que él desprecia: el de los filisteos, los burgueses, los defensores del progreso material; el mundo de los hombres insensibles.

El descontento con el presente lleva a buscar el ideal en el pasado, en la vuelta a edades de oro o la esperanza de que vuelvan (“la vuelta de los dioses”, de Hölderlin), o en un futuro en el que la sociedad sería libre (liberalismo).
Por otra parte, dentro de una cierta unanimidad del movimiento romántico, cada país produce su movimiento particular, su romanticismo nacional. Hay en Francia y España un romanticismo católico y nacional y otro liberal y materialista. Pero en todas partes se contrapone lo moderno a lo neoclásico  simbolizado en los modelos antiguos. 
Hay una reacción contra la literatura francesa del XVIII, a la que se contrapone la literatura inglesa de Shakespeare o la española del Barroco (Cervantes, Lope, Calderón). 
Se defiende la existencia un espíritu nacional que se manifiesta en las creaciones de los grandes poetas en cada pueblo: interés por la mitología, el folklore, las tradiciones medievales escandinava o celtas (Ossián).
LOS GRANDES TEMAS ROMÁNTICOS
Gran parte de los movimientos libertarios y abolicionistas de finales del siglo XVIII y principios del XIX tienen su origen en conceptos de la filosofía romántica como pueden ser el deseo de liberarse de las convenciones y la tiranía, y el gran valor de los derechos y la dignidad del ser humano.
 La política y los temas sociales fueron claves en la poesía y la prosa románticas en todo el mundo occidental, y fructificaron en documentos humanos y constituciones. 
El año de 1848 estuvo marcado en Europa por el estallido de graves revueltas políticas, y la corriente romántica fluyó con fuerza en Italia, España, Austria, Alemania y Francia.
La intimidad del poeta: el poeta se ofrece a sí mismo como espectáculo. El descubrimiento del paisaje agreste, de la naturaleza salvaje. La selva virgen, el paisaje nocturno, la luna, el ambiente sepulcral, las ruinas. Evasión hacia lo lejano en el espacio y en el tiempo, a mundo exóticos. Los países orientales y los nórdicos ejercen gran fascinación. 
La vuelta a la Edad Media exalta las tradiciones nacionales, se valora el cristianismo frente al paganismo renacentista.
Exaltación de lo popular y lo nacional. Se rehabilita la noción de Espíritu del Pueblo (el Volksgeist alemán) como vehículo de las tradiciones populares nacionales. 
La infancia perdida
Uno de los refugios mentales del romántico es la infancia, ese mundo perdido que la imaginación puede recrear mediante la memoria.
 La infancia es el paraíso perdido, el paraíso del que se siente expulsado. El Romanticismo construyó un auténtico sistema interpretativo alrededor de la infancia, fue del descubridor de la infancia.
Para la visión romántica de la infancia, el niño es un ser angélico y puro, todavía no contaminado por el mal. En la infancia el niño no sabe, no tiene conciencia de su felicidad, vive en un estado de armonía y, lo mismo que la Naturaleza, no es consciente de su felicidad, y esta es la auténtica sabiduría.
 Después de la infancia viene la pérdida de la inocencia y la expulsión del paraíso. El individuo no es responsable de la pérdida de la inocencia de la infancia, sino la sociedad, ella es la causa del deterioro por haber desnaturalizado al hombre y convertido lo auténtico en falso
La sociedad obliga al individuo a crecer, a dejar de ser él mismo. Al final de este proceso está la enajenación.
Lo perdido es lo más anhelado, lo lejano es lo más grato, lo presente es lo insatisfactorio para el artista romántico.
Hay que mantener la armonía de la infancia: armonía con el mundo y con la Naturaleza, que nos enseña más de lo que podemos aprender en los libros. Por lo tanto se critica no solo a la sociedad, si no que también a la educación y la falsa moral.
La ciencia nos había enseñdo en el movimiento anterior a explicar las cosas, a saber cómo funcionan, pero lo que no nos enseña es a asombrarnos de su belleza. Nuestra mirada sobre las cosas debe ser, como la del niño, una mirada de asombro, tenemos que sentir la poesía del universo.

El Romanticismo ya no confia en que el progreso de la humanidad traiga más felicidad; al contrario el progreso ha alejado al hombre de su origen, de sus raíces. De ahí, la nostalgia de pasado idealizado: el romanticismo crea los mitos sobre las épocas doradas en las que el hombre era feliz. La edad de oro fue la infancia de la humanidad.
El niño y el poeta
El poeta, lo mismo que el niño, se vale de la imaginación para fabricar mundos propios y para expresar deseos imposibles de satisfacer en la realidad. La imaginación es la facultad creadora tanto en el niño como en el poeta, los dos la utilizan de la misma manera. El niño crea sus propias fantasías para poder soportar y superar la realidad. La fantasía le permite al poeta resolver los problemas con la realidad y superar los límites que esta le impone.
El poeta alemán Novalis trata el tema de la superioridad de los años de la infancia frente a la edad adulta: La historia del poeta medieval que se lanza en un largo viaje a la búsqueda de «la flor azul», símbolo de la belleza, la felicidad, y las ilusiones inalcanzables.
El héroe y el rebelde
Figuras literarias, símbolo de la lucha contra la tiranía, son Guillermo Tell (1804), de Schiller, un oscuro montañés medieval. En la novela Los novios(1827), del escritor italiano Alessandro Manzoni, una pareja de campesinos derrota finalmente el feudalismo en el norte de Italia.
Lord Byron y Percy Bysshe Shelley protestaron airadamente contra los males políticos y sociales de la época y defendieron la causa de la libertad en Italia y Grecia. El poeta ruso Alexander Pushkin, cuya admiración por las obras de Byron es manifiesta, alcanzó la fama con su 'Oda a la libertad' y como muchos autores románticos fue perseguido por subversión política y condenado al exilio.
El héroe romántico muestra rebeldía ante una sociedad que lo rechaza.  
Son individuos marginados o perseguidos por la sociedad. 
Se admiran como a héroes a  bandoleros o piratas así como son atractivos personajes mujeriegos.
Lo sobrenatural
Entre las principales características del Romanticismo es la búsqueda de lo irracional y sobrenatural, fruto de la desilusión que causó el racionalismo del siglo XVIII. A la pasión por lo irracional contribuyó la recuperación de la literatura popular (cuentos y baladas) que realizó Percy, los hermanos Grimm alemanes, el escritor danés Hans Christian Andersen y el español Gustavo Adolfo Bécquer con sus Leyendas.
El doble  der Doppelgänger
Con este escenario de fondo, surge el motivo del Doppelgänger (el doble), un concepto que fascinó sobre todo a los románticos alemanes, reflejo de su preocupación por la propia identidad. Así escribe Heinrich Heine un poema titulado Der Doppelgänger (1827); E. T. A. Hoffmann, la novela corta El elixir del diablo (1815-1816), basada en el mismo tema; Adelbert von Chamizo, La increíble historia de Peter Schlemihl (1814), un relato sobre un hombre que vende su sombra al diablo. Años más tarde escribirá el ruso Fiódor Mijáilovich Dostoievski su famosa novela El doble (1846), un estudio sobre la paranoia de un modesto oficinista. TB. Fausto de Goethe.
La libertad
Libertad artística para ser creativos sin necesidades de las reglas reverenciadas por los rígidos neoclásicos.
Libertad en el espacio para buscar la soledad o huir imaginariamente a países lejanos míticos, cuya vida y paisaje se pinta con devoción.
Libertad en el tiempo para volver hacia el pasado a través del recuerdo o hacia el futuro por medio del ensueño: melancolía por lo que se ha perdido o por lo que aún no se posee.
Libertad de acción individual para buscar la propia identidad y desarrollar el potencial subjetivo de cada uno. Rechazo de toda sumisión a la autoridad tanto personal como de las leyes o normas. Libertad para la creencia personal sin las ataduras de los dogmas religiosos.
La pasión por lo exótico
El espíritu de libertad lleva a los escritores románticos a ampliar sus horizontes imaginarios en el espacio y en el tiempo. Buscan temas y escenarios, además de en la Edad Media, en otros lugares exóticos: Las Hébridas de la tradición ossiánica en la obra del poeta escocés James MacPherson, el Xanadú oriental evocado por Coleridge en su Kubla Kan (1797), la recopilación de antiguas baladas inglesas y escocesas realizada por Percy Thomas en Reliquias de poesía inglesa antigua (1765).
La nostalgia por el pasado gótico se funde con la tendencia a la melancolía y genera una especial atracción hacia las ruinas, los cementerios y lo sobrenatural.
Subjetivismo y nacionalismo
Expresión libre y sincera del mundo interior, del yo personal, de las emociones, sentimientos y anhelos. Búsqueda de la originalidad en esta intimidad propia.
El choque del deseo, de la fantasía y de la ilusión con la realidad provoca tristeza, melancolía y desesperación.
El predominio del sentimiento sobre la razón fomenta la pasión y exalta el yo personal.
Pero el sentimiento no exalta solamente el yo personal, sino también el colectivo con el que el individuo se identifica en búsqueda de sus raíces: la patria, la nación, la tradición, la religión. 

Hay en esas formas del Romanticismo una sobrevaloración de las tradiciones antiguas y de las resistencias de las minorías al poder de los monarcas, consideradas como expresión de la lucha por la libertad política, confundiendo así realidades separadas por varios siglos.
El romántico lleva dentro de sí un profundo sentimiento de pérdida, de melancolía que le impide gozar el presente. Tiempos heroicos y edades de oro, armonías rotas y expulsiones de paraísos. El romántico se siente exiliado de un mundo y en un mundo, desgarrado entre lo perdido y lo corrupto. En Hölderlin será la Grecia clásica; en Leopardi esa antiche etá de su patria.
Revaloración de la naturaleza y el mundo rural
La preocupación por la naturaleza es uno de los rasgos principales del movimiento romántico. 
La naturaleza que amaban los románticos no es la naturaleza sabia y ordenada sin exuberancia de los jardines que gustaba a los clasicistas.
 El Romanticismo desarrolla un gusto por la verdadera naturaleza, con sus caprichos y su salvajismo, por la naturaleza en estado puro sin las huellas de la mano del hombre. Se encuentra placer en los lugares intactos y en el contacto con los habitantes del mundo rural, presumiblemente inocentes y no contaminados por la civilización y el progreso.
Estos lugares aislados son muy propicios para el género epistolar, en el que pueden apreciarse notas románticas. Se da a conocer otra vida más allá de los salones, y muchos de los impulsores acudirán a la naturaleza buscando asilo. La contemplación de la naturaleza se convierte en un culto, en una fuente de inspiración y exaltación de la fantasía basada en la filosofía de Rousseau.
El paisaje romántico por excelencia, más allá de las fronteras de cada país es el de las montañas y los lagos de Suiza. Ejemplo de ello es el poema del suizo Albrecht von Haller, Die Alpen que ilustra un recorrido comenzando con los lagos de Ginebra, de Bienne y de Thun, las altitudes medias, etc. y que fue prontamente traducido a varios idiomas, contribuyendo a hacer de Suiza uno de los destinos turísticos más importantes del siglo XIX.
Esta valoración idílica de la naturaleza se manifiesta por primera vez en Las estaciones (1726-1730) del poeta escocés James Thomson, tendencia acentuada más tarde por uno de los más consumados e influyentes escritores del romanticismo inglés William Wordsworth (1770-1850). Este gusto por la vida rural lleva a la melancolía romántica, provocada por el sentimiento de amenaza inminente que se cierne sobre esta forma de vida incontaminada por el progreso y la industrialización.
Y de la naturaleza lo que más interés despierta son las fuerzas naturales desatadas, como las tempestades, la grandeza sublime de las montañas, todo aquello que sobrecoge al espectador y le hace sentirse insignificante ante tanta grandeza.
Amor y muerte
El amor es una forma o vía de conocimiento, un sentimiento puro y la cima del arte y de la belleza. 
Pero se asocia también a la muerte cuando no es correspondido o no se puede realizar. El romántico está más enamorado del amor que del objeto de amor, ama el amor por el amor mismo, y el desengaño amoroso le lleva a la muerte, que es sentida como un principio de vida o única condición para la realización del deseo pues es la única forma de superar la limitación y la finitud.
La muerte no es la pura aniquilación, sino la posibilidad y la esperanza de un renacer. Todos los límites terminan con la muerte, todas las pasiones llevan a la tragedia, “toda poesía tiene algo de trágico”, como dirá Novalis.
La religión.- Los románticos no fundan su fe, su creencia, en un objeto trascendente, personal, en una norma establecida o en una religión instituida. Lo divino es intuido mediante un sentimiento interior, como una comunicación con el Todo, con lo absoluto.
Idealismo
 La clave ideológica que define al romanticismo es el idealismo, entendido de una manera peculiar: por una parte de reacción frente al neoclasicismo; por otra un idealismo ensoñado, de evocación de lo imposible
El idealismo romántico posee otros rasgos: la rebeldía ante la situación social por parte de un héroe idealista; el sentimiento idealizado de la naturaleza que se ve como un ser biológico que acompaña a los estados de ánimo de los protagonistas; la idealización también de estos protagonistas, que se entienden como seres únicos y privilegiados por la altura  de sus sentimientos mutuos... 


Ejemplos contemporáneos:

El individualismo y el culto al YO es el rasgo principal del Romanticismo. Si el XVIII representa el culto a la norma, es el Romanticismo la exaltación del individuo, del sujeto creador. El mundo externo es la mera proyección del mundo interior, del Yo, de ese Yo creador del idealismo absoluto alemán (Fichte, Schelling, Hegel). La Enciclopedia, con su defensa del criticismo  intelectual y la rehabilitación del mundo de las emociones personales puso la base para el egocentrismo romántico. La exaltación del individuo lleva a la exaltación del ansia de libertad: protesta contra toda clase de trabas y prohibiciones.
En política, el neoclasicismo era la ideología del absolutismo monárquico; frente a él, el Romanticismo representa el liberalismo individualista, basado en la revolución francesa. Para Víctor Hugo, “el Romanticismo es el Liberalismo en Literatura”.
Motor central de la vida del individuo es la pasión (Sturm und Drang) y el afán creador. En el absolutismo, la conducta estaba regida por los mandatos de la Religión y de la Razón; en el Romanticismo, la norma es la naturaleza libre y el impulso espontáneo. Simpatía por el “buen salvaje”, cuya bondad instintiva no está coartada por los preceptos morales de la civilización. De ahí la simpatía romántica por figuras como Don Juan, interpretado ahora como símbolo de la rebeldía contra los principios divinos y humanos.
En el enciclopedismo, el hombre “orgulloso de sus ideas, se avergonzaba de sus emociones” (Ortega y Gasset). Jean-Jacques Rousseau (1712-1778) había abierto el camino a la pasión sentimental. A la fría intelectualidad del neoclásico sucede ahora la libre emotividad cordial romántica.
El postulado del Romanticismo es la pérdida de la armoniosa serenidad de ánimo del clasicismo y el abandono a las más violentas emociones: entusiasmo y pesimismo morboso. Los sentimientos de melancolía, nostalgia y desesperación son los sentimientos más cultivados (La desesperación de José de Espronceda).
El Romanticismo busca las emociones vagas, la parte sombría del ser humano, lo que le impele a la soledad. El bramido del mar y el silbido del viento son como proyecciones de su interior. Obsérvese la distancia de la música de Bach, Haydn y Mozart (serena y equilibrada) de la de un Beethoven, Chopin o Schumann (íntimo desasosiego).
Si en el clasicismo el descubrimiento de las leyes de la Naturaleza le daba al hombre un sentimiento de seguridad, en el Romanticismo, donde el hombre se queda solo sin el mundo exterior, siente la vida como un problema insoluble. El hombre se ve víctima de un implacable Destino e increpa a la Naturaleza, que contempla impasible su dolor. 
El ansia siempre insatisfecha de un indefinible más allá lleva al hombre romántico hasta el borde de la desesperación.

La realidad del romántico no responde a sus ilusiones. Es la época del gran descubrimiento del Quijote, leído hasta entonces como un libro humorístico.
 El Quijote es el prototipo para el hombre romántico: la humanidad no le comprende, la patria le destierra y la mujer imaginada e idealizada no existe. 
El héroe romántico se enfrenta a todo y a todos, su yo es enaltecido y busca la libertad. 
Se enfrenta con la sociedad, con la moral y con la religión, con su conciencia, con los muertos y, por supuesto, con Dios. 
Lucifer y Prometeo son los héroes que se enfrentan a los dioses.
Prometeo es el Titán rebelde que roba el fuego a los dioses para dárselo a los hombres, les da la sabiduría y la libertad. 
Prometeo es castigado por los dioses, pero ha conseguido liberar a la humanidad de la "oscuridad"
FINAL DEL MOVIMIENTO ROMÁNTICO
 La crítica kantiana puso en marcha la polémica del empirismo contra el racionalismo, que había dominado el siglo anterior, y condujo al Idealismo, que en su versión poskantiana se identifica con concepciones románticas del hombre.
Este giro romántico fue iniciado por Jean Jacques Rousseau, considerado como el adelantado de la reacción romántica. En su esfuerzo por dar coherencia a las ideas ilustradas, Rousseau se volverá uno de sus críticos más acerados con su idea del “buen salvaje”, el primitivo como un “ser bueno, sano y feliz” que vive solo en una situación de armonía con la naturaleza. 
Al relacionarse con los otros hombres, surge el egoísmo y el afán de dominio. Los hombres viven en una situación de injusticia permanente. Son súbditos y no ciudadanos. El hombre es libre por su nacimiento pero laa voluntad general los esclaviza.
 Mientras en Francia e Inglaterra la burguesía seguía siendo consciente de su propia situación social y no abandonó nunca completamente las conquistas de la Ilustración, en Alemania cayó bajo el influjo de la ideología irracionalista romántica antes de que hubiera pasado por la escuela del racionalismo. El racionalismo probablemente estuvo presente en las Universidades alemanas de manera más vigorosa que en parte alguna, pero fue siempre cabalmente eso: una doctrina, la especialidad de unos estudiosos y de los poetas académicos. Nadie había filtrado completamente este racionalismo en la vida pública, en la ideología político-social de las grandes masas y en la actitud vital de las clases medias. Había en Alemania, efectivamente, grandes representantes aislados de la Ilustración, Lessing sobre todo; pero los seguidores sinceros, lúcidos y constantes de las ideas de la Ilustración fueron siempre fenómenos aislados y constituyen una excepción, incluso entre los intelectuales. La mayoría de la burguesía y de la intelectualidad era incapaz de comprender el significado de la Ilustración en relación con su propio interés de clase.
En Francia apenas hay Romanticismo hasta que Madame de Staël divulga las ideas románticas alemanas en su De l’Allemagne (1813). Con Víctor Hugo, Alfred de Musset, Alfred de Vigny o Lamartine alcanza en Francia el Romanticismo su apogeo cuando en Alemania estaba ya más que superado.
Al cabo de treinta años, el movimiento romántico tocaba a su fin. 
Vino la reacción contra la desmesurada individualidad, imaginación y fantasía. Goethe fue uno de los primeros en reclamar contención y volver a valorar la forma. 
Schiller y Goethe fundaron el Clasicismo alemán. Sin embargo, el movimiento romántico dejó su impronta en la literatura europea de los siglos XIX y XX.

Se comprenderá el poder revolucionario que literariamente encerraba en sí el movimiento romántico rompiendo todas las normas y mezclando todos los géneros, admitiendo cualquier cauce expresivo legítimo; ampliando la perspectiva del mundo al estimar todas las obras del hombre, antiguas y modernas, clásicas o anárquicas, aristocráticas o populares con tal que fuesen buenas. El escritor en adelante solo tendrá que preocuparse por exponer su universo íntimo. 
"Esta inapreciable conquista de la libertad ha sido la gran herencia del romanticismo que se extiende hasta el día de hoy." (Navas-Ruiz 1973)

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