LITERATURA UNIVERSAL: IES “LEÓN XIII”
Sí, señor, no soy más que un
viajero, un peregrino de este mundo. ¿Sois vosotros algo más?
J. W. Goethe, Werther,
Madrid, Cátedra, 2009, trad. Manuel José González, carta de 16 de junio, p.
130.
1. PROCESO
DE ESCRITURA Y PUBLICACIÓN – EDICIÓN:
Los sufrimientos del joven Werther,
escrita por Wolfgang Goethe, publicada por primera vez en 1774, el mismo año que Goethe escribió
su oda “Prometeo”.
Goethe mencionó en la primera versión de su Römische
Elegien, Elegías romanas, que su «sufrimiento juvenil»
fue en parte inspiración para la creación de la novela. Cuando terminó
sus estudios de leyes en 1772, encontró empleo en la Cámara Imperial del
Sacro Imperio Romano Germánico en Wetzlar. Goethe fue amigo del
secretario Karl Wilhelm Jerusalem. La noche de 9 de junio de 1772 los
dos amigos estaban presentes en un baile, donde Goethe conoció a la
joven Charlotte Buff (1753-1828) y a su prometido, Johann Christian
Kestner (1741-1800), secretario de embajada, un hombre mayor, veinte años
más viejo que su prometida.
Goethe se enamoró instantáneamente de Charlotte, belleza
rubia de ojos azules. La galanteó y la relación entre ambos entró en un ciclo
de amistad y rechazo. Charlotte fue honesta con él y le dijo que no había
esperanza de una aventura. El 11 de septiembre, el caballeroso Goethe se fue
sin despedirse, pero como él mismo reconoció en Poesía y verdad,
su autobiografía, con el alma dolorida.
Charlotte
Buff, como su contraparte en la novela, era la hija de un oficial y tenía
muchos hermanos y hermanas. Goethe, como Werther, encontró difícil concentrarse
en sus trabajos desde que la conoció. Los dos, Goethe y Werther, celebran su
cumpleaños el 28 de agosto y ambos abandonaron a sus amadas el 10 de
septiembre. Por otro lado, el aprecio que Werther siente por Albert,
el prometido de Lotte, tiene su correlato en la amistad de Goethe con
Kestner, prometido y luego marido de la bella Buff. Y en cuanto
al administrador, padre de Lotte en la novela, es fácil identificarlo en
la vida real con el padre de Charlotte Buff.
La novela también cuenta con otros eventos paralelos en
la vida real de Goethe, pues Karl Wilhem Jerusalem (1747-1772), su
amigo, al igual que Werther, también se suicidó. ¿Motivo? El amor no
correspondido que sentía hacia una mujer casada, la esposa del
secretario palatino Herd: un amor imposible, como el de Werther.
Jerusalem, además, como el héroe de Goethe, se mató con unas pistolas
prestadas por Kestner-Albert y también con el ejemplar de Lessing
Emilia Galotti abierto sobre la mesa. Era un hombre solitario,
amaba sin esperanza, fue gran lector y amante de las tragedias
y llegó a hacer ante sus amigos apología del suicidio como
Werther ante Albert.
También dejó un par de cartas; en una pide perdón a
sus padres y hermanos; en la otra se disculpa con el secretario Herd y
termina con las palabras “Es la una. Volveremos a vernos en la otra vida”. Tras
pegarse un tiro, tuvo como Werther una larga agonía y fue encontrado por su
sirviente al amanecer. A su entierro no acudió ningún clérigo.
“La muerte de Jerusalem sacudióme de aquel sueño”, confiesa
Goethe en Poesía y verdad. Todo aquello que vivió en Wetzlar,
el amor y el dolor, pone el alma hipersensible del creador a trabajar:
“En estas circunstancias tras largos y muchos preparativos
secretos, escribí el Werther en cuatro semanas, sin haberme trazado
previamente en el papel ningún plan de conjunto, ni trazado en él ninguna de
las partes”.
Otros personajes identificables con episodios
autobiográficos de Goethe: Friederike, la hija del pastor de St.,
era en la realidad la dulce Friederike Brion, hija del pastor de Sesenheim,
de la que el escritor estuvo enamoriscado un tiempo y a la que dedicó las
bellas Canciones de Sesenheim.
Los hermanos de Lotte llamados Hans,
Malchen, Mariane y Sophie se pueden identificar con Hans, Caroline,
Georg, Ammel, Lene, Fritz, Sophie y Wilhelm, hermanos de Charlotte
Buff.
En cuanto a inspiraciones librescas, Goethe está muy
influido por Homero, Klopstock, Ossian y en el sentimiento
de la naturaleza que muestra Werther al llegar a la aldea o cómo el
paisaje se torna sombrío cuando el héroe se deprime, se nota la huella de Los
idilios, del poeta suizo Gessner, y de Pensamientos
nocturnos, del inglés Young (quien, por cierto, también influye
mucho en las Noches lúgubres, del español José Cadalso).
Otra influencia clara es Lessing: cuando Werther se suicida tiene
abierto sobre la mesa el drama de este Emilia Galotti. A pesar de
que Goethe admiraba a Lessing y le escribía con la reverencia con que se
trata al maestro, este le respondió en una carta crítica, donde sugería que Werther
era obra descompensada por el lado
emocional
o estético y que necesitaba una compensación desde el punto de vista ético (una
condena del suicidio o algo parecido).
Novela epistolar, que abrirá paso al Romanticismo y
encabezará el movimiento nacional del Sturm und Drang. Será la
primera obra alemana conocida internacionalmente, pues antes de ella la
literatura germana seguía los modelos ingleses y franceses. Con Werther,
las letras alemanas alcanzan expresión propia.
Es una tragedia terrible, hasta el punto de que, en
una época, llegó a prohibirse, acusada de fomentar el suicidio entre la
jueventud. Historia de un amor imposible que acaba con la muerte del
protagonista y se inspira en un hecho autobiográfico de la juventud del
autor.
Según las traducciones, la obra se titula en español Los
sufrimientos, Las cuitas, Las desventuras del joven Werther, de manera
que incluso sintácticamente en el título el protagonismo no recae sobre el
personaje, sino sobre su sufrimiento. Pues vamos a asisitir al camino de
su destrucción, su autoeliminación. La libertad que se exalta,
pues, es la libertad de morir. Y esto se expone ya desde las primeras
páginas del libro. Werther no va, como el héroe épico, hacia fuera, sino hacia
sí mismo, hacia el enmudecimiento y una introspección fatal que le lleva
a sucumbir.
En la evolución del personaje, tiene mucha importancia la naturaleza.
Al principio, Werther se va a la aldea y está entusiasmado con la vida natural
y libre, lejos de las obligaciones sociales y de la ciudad. La naturaleza acaba
luego siendo el correlato sentimental del protagonista: si él llora, la
naturaleza llueve tormentas, mana ríos, fuentes e inundaciones.
El desarrollo de la pena de Werther tiene su correlatoen las obras que lee el
joven: primero, Klopstock, un autor que exalta lo sentimental; luego, la
Odisea homérica; finalmente Ossian, preludio del fatal del
desenlace.
Werther fracasa en un caduco entorno feudal que no
acepta a esta nueva juventud rebelde y burguesa, además su propia incapacidad
de adaptación le llevará a ver en el suicidio una liberación.
.
La forma epistolar estaba entonces (finales del XVIII)
muy en boga, gracias al éxito de “Pamela o la virtud recompensada” de Samuel
Richardson1, de Lettres persannes de Montesquieu2,
de
1
La
obra de Richardson tuvo muchísimo éxito en toda Europa. El subtítulo
de la obra ya deja clara la intención del autor al escribirla: Pamela o
la virtud premiada. Cartas confidenciales de una hermosa joven a sus padres.
Pamela es sirviente en una casa elegante. Tras la muerte de su
bienhechora, debe defenderse contra el acoso del joven señor, que abusa de ella
contra su voluntad, valiéndose de su preeminencia social y masculina. La
historia tiene un final feliz: impresionado por la virtud de Pamela, el
seductor se convierte en marido devoto. Pamela narra su historia a sus padres
en varias cartas. Cuando se le prohíbe escribirles, confía sus
cavilaciones a un diario. En la obra hay sentimentalismo, pero
también crítica social y alabanza de la integridad personal. Esta
fórmula es la que se repetirá en la novela epistolar europea.
2
Las
Cartas persianas o persas, de Montesquieu, sirvieron de
inspiración y modelo a las Cartas marruecas, de nuestro José Cadalso.
La nueva Eloísa de Rousseau…, y
es una forma literaria que favorece el sentimentalismo.
Werther desnuda su alma en las cartas que dirige a su amigo Wilhelm,
un confidente del que no llegamos a saber gran cosa, y muestra, primero, su felicidad
al conocer a Charlotte y su desesperación, después, al saber
que ella está prometida a Albert y que se casará con él.
Habla con el amigo Wilhelm de diferentes temas: educación, la
tiranía de los padres, la libertad, el derecho al amor, la crítica religiosa y
social… Al final, aparece un supuesto editor que completa las cartas y
nos cuenta lo sucedido con Werther hasta su suicidio.
Antes de escribir la carta asistimos a lo que podríamos
llamar “fallos de construcción”, ya que antes del suicidio se observan líneas
intercaladas en 3ª persona omnisciente mientras Werther habla, escribe en su
habitacion y este narrador nos cuenta incluso los pensamientos del criado que
se va a la cama pensando que tiene que madrugar.
2. ESTRUCTURA DE LA
NOVELA Y RESUMEN DE LA TRAMA
La narración se divide en dos libros y un epílogo.
El primer libro abarca desde que Werther llega a Wahlheim,
donde conoce a Lotte, hasta que se va, al sentirse incómodo con ella y
su prometido.
El segundo libro comienza cuando el joven llega a su
nuevo puesto de trabajo con el embajador, y termina antes del suicidio.
Cada uno de los libros está formado por cartas fechadas en orden
cronológico.
El epílogo es una especie de informe de un
narrador desconocido, el “editor”, sobre los momentos finales de
Werther.
La estructura interna es lógica: cronológica, causal y
lineal, sin saltos atrás ni digresiones, desde el momento en que empieza la
narración; pero, como no conocemos los antecedentes de Werther, podemos
decir que comienza in medias res. Es decir, no se nos cuenta la
infancia del joven protagonista ni sus años de formación.
El
tiempo narrativo es lineal, del 4 de mayo de 1771
al 20 de diciembre de 1772.
La trama es muy sencilla: Werther, un joven apasionado
y sentimental, abandona su ciudad para retirarse a una aldea, Wahlheim,
donde vive tranquilo, dedicado a la pintura y a la lectura. Esta
situación enlaza con el tópico literario del Beatus Ille,
el menosprecio de corte y alabanza de aldea, el elogio de la vida rural y la
crítica a las pompas superficiales del
mundo.
En un baile el joven conoce a Lotte, “un ángel”. La
donna angelicata. Bailan y Werther se enamora perdidamente de ella, aun
sabiendo que ya está prometida a Albert, quien se encuentra de viaje.
Albert representa el orden, la frialdad, la clase social.
Aprovechando la ausencia del novio, Werther visita con
frecuencia a la joven. Cuando Albert vuelve, traban amistad. Albert, aun
dudando de los sentimientos de Werther, le permite continuar viendo a Lotte,
pues confía en su prometida. El amor de
Werther
va en aumento y se acrecienta más aún cuando adivina que Lotte, arrastrada por
la fuerza de la pasión, también se siente atraída hacía él. Werther decide que
uno de los tres ha de morir —por aquello de que, en el amor, tres son
multitud— y ése será él, ya que Charlotte, presa de las convenciones
sociales, no quiere romper su compromiso con Albert (si bien, en el fondo, siente
algo “especial” por Werther).
Werther va a visitar a Lotte el domingo antes de Nochebuena.
Ella le pide que lea su traducción de Ossian3 y
ambos se echan a llorar porque veían su propio infortunio en el destino trágico
de aquellos nobles héroes ossiánicos. Entonces Werther, desesperado, se atreve
a besar a Lotte. Pero ella lo rechaza, pues como dama de bien no quiere faltar
al respeto a su prometido. Werther se despide con un “¡Adiós para siempre!”.
Lotte intuye el funesto desenlace y se queda muy preocupada.
Werther manda a su criado a casa de la joven a pedir prestadas las pistolas de
Albert. Ella, sin excusas para negárselas, se las entrega temblando, pues teme
que las utilice con fines trágicos.
3
Los
versos de Ossian son importantísimos en Werther, pues crean una
sensación de afinidad entre las almas de los dos jóvenes; los dos, Werther y
Lotte, se sienten identificados en el destino trágico de los héroes ossiánicos.
…
Y, en efecto, Werther se suicida a medianoche con las
pistolas de Albert. Descubierto por su criado de madrugada agonizando, avisan
al médico y a Albert. Al enterarse de la desgracia, Lotte se desmaya. Werther
expirará a las doce del mediodía del día siguiente.
2.1. Libro primero
Como ya hemos dicho, Werther está formado por una
serie de cartas que el protagonista escribe a un amigo suyo, Wilhelm,
del que sabemos muy poco y que funciona como un confidente.
En el
libro primero, empieza haciendo mención a una muchacha extraida de la
experiencia del propio Goethe, de la que él ya sexagenario reconocía haber
dejado marcada, soltera y solitaria hasta el final de su vida. Vive retirado en
un pueblo: Wahlheim y ha querido acercarse a los niños, quienes creen
que se ríe de ellos por ser del pueblo bajo, ya que cierta gente de las clases
superiores mantiene con ellos las distancias. Conoce al administrador del
príncipe, hombre bueno y franco, y se entera de que tiene nueve hijos
(carta del 15 de mayo.
Lo invitan a un baile, al que Werther acude acompañado
por una guapa muchacha. En el camino recogen a Charlotte, la hija del
administrador. La describe como un ángel, sencilla, entera, bondadosa,
inteligente... Le pide que baile con él la segunda contradanza, ella le acepta
la tercera: la alemana. Sobreviene una tormenta y Lotte propone jugar
a contar (carta del 16 de junio).
Quedan en verse al día siguiente, ya que entre sus casas sólo
hay media hora de camino. Lotte y él van a visitar al pastor, quien les
cuenta la historia de dos árboles muy grandes que allí había. Con ellos están
también Friederike, la hija del pastor, y su novio, que está
celoso de Werther (carta de 1 de julio).
Llega Albert, prometido de Charlotte. Es un hombre
honrado y amable. Werther le pide sus pistolas para ir de caza. Albert le dice
que siempre están descargadas porque, una vez, un criado limpiándolas disparó
accidentalmente a una criada en el dedo pulgar. Hablan los dos del suicidio,
premonición del trágico fin que espera al joven Werther. Albert, con ideas muy
convencionales, lo considera una cobardía. Pero Werther dice que hay que
tener valor para acabar con algo que te está causando dolor. El 20 de
agosto es el cumpleaños de Werther. Lotte le regala uno de los lazos que
llevaba el día que bailaron juntos; Albert, una edición de bolsillo de Homero.
Werther empieza a obsesionarse y piensa que tiene que irse de Wahlheim,
pues ya no puede refrenar su amor por Lotte.
El lugar que frecuenta con la joven tiene unos castaños tras
los que hay una amplia panorámica, unas hayas que te rodean y un bosquecillo
que ensombrece el camino y termina en un recinto angosto (carta de 10 de
septiembre). El paisaje ensombrecido es un símbolo de cómo se
siente el alma del joven.
2.2. Libro segundo
Werther se va de Wahlheim y se hace amigo del conde
C. (carta de 10 de noviembre). Trabaja con un embajador que es un
idiota y que parece tenerle envidia, pues nada de lo que hace el joven le
parece bien.
Un día conoce a la señorita von B. (carta de 24 de
diciembre).
Le escribe una carta a Lotte (20 de enero), la única
que le dirige a ella
La carta del 20 de febrero va dirigida a la pareja, Albert
y Lotte. Les da la enhorabuena por su boda, aunque Werther
tiene el corazón partido. Es la única que dirige a los jóvenes esposos. El
resto de las cartas están dirigidas a Wilhelm.
Una
noche el conde C. lo invita a una fiesta, pero los que allí
están, hasta su señorita von B., lo miran con desprecio (carta de 15 de
marzo) porque él es un joven con educación, pero sin fortuna ni títulos (crítica
social.)
El conde, “hombre franco y sencillo”, lo invita a su
residencia, pero Werther ya ha decidido irse de aquel lugar y continuar su
vagabundeo: “yo sólo soy un caminante”.
De camino a Wahlheim, para estar más cerca de Lotte,
pasa por el lugar donde nació y vivió con su madre hasta que su padre
murió; rememora sus felices años de infancia.
El traje con el que Werther había bailado con Lotte el
día que la conoció estaba bastante viejo, así que encargó otro igual: frac
azul con cuello y solapas, chaleco y calzones amarillos (carta
de 6 de septiembre).
Los nogales del pastor de St. los han cortado:
otro símbolo premonitorio del final. La mujer del nuevo pastor
no se había interesado por ellos (carta de 15 de septiembre).
Werther empieza ya a pensar en el suicidio (carta de
12 de octubre). Se obsesiona muchísimo y no puede estar junto a Lotte.
2.3. Nota del editor
El editor nos cuenta que Werther estaba cada vez más triste
y un gran dolor oprimía su corazón, el cual aumentó con la noticia
de que iban a ejecutar a un criado que conocía, porque, tras ser
despedido, había matado al nuevo criado de su ama. Werther rogó al
administrador que no ejecutaran al criado, porque había asesinado por amor,
ya que amaba profundamente a su señora. Pero naturalmente no le hacen caso.
Este suceso pone de manifiesto la inadaptación social
de Werther. Para él, el amor lo justifica todo, incluso el asesinato.
Werther empieza a odiar a Albert, quien se
siente mal en la compañía del joven y ruega a Lotte que evite en lo posible las
visitas de aquel chico tan melancólico.
Más cartas de Werther a su amigo y confidente Wilhelm (12
de diciembre).
Werther sueña con Lotte, le da un sinfín de besos, la
abraza. No se encuentra a gusto en ningún sitio (carta de 14 de diciembre). Ya
no tiene patria, rincón ni refugio.
Wilhelm viendo lo mal que está su amigo quiere ir a
recogerlo, pero Werther le dice que se espere (carta de 20 de diciembre).
El
domingo antes de Navidad va a casa de Lotte, que está sola. Ella lo
invita a comer el día de Nochebuena y, siguiendo los consejos de su novio, le
dice que no vuelva hasta ese día.
Werther se va a casa y llorando le escribe una carta diciéndole
cuánto la ama y cómo, puesto que uno de los tres tiene que desaparecer, ése
quiere ser él. Ha decidido que va a morir (21 de diciembre). Le dice a
su criado que prepare sus maletas, pues va a hacer un largo viaje. Otra premonición
mortuoria.
Al día siguiente Werther va a casa de Lotte, contraviniendo
lo que ella le había dicho el día anterior, en cuanto a mantenerse alejado de
la casa de ella y Albert. Lotte le pide que lea la traducción que él mismo
había hecho de los versos emotivos y mitológicos de Ossian. Los dos
comienzan a llorar, él en el brazo de ella, viendo su propio infortunio en el
destino de aquellos nobles héroes. Ella le pide que siga leyendo. En la última
parte del poema se dice que está cerca la hora de que la primavera se marchite,
la tempestad habrá de deshojarla.
Cuando el caminante que la conoció en toda su belleza la
busque en el campo, ya no la encontrará, pues habrá muerto.
Es el clímax: Werther se arroja a los pies de Lotte y
llora. Cuando ya más tranquilos ambos, él se iba a su casa, ella, imaginando
los funestos pensamientos de Werther, estrecha sus manos contra su pecho y las
mejillas de ambos se rozan, los dos lloran, él la abraza y la besa. Ella logra
separarse de él y, entre el amor y la cólera, le dice que no volverán a verse
jamás. Él permanece en la casa media hora más mientras ella se encierra en su
habitación y se niega a salir hasta que él no se vaya. Werther se despide
diciéndole: “¡Adiós para siempre!”
El joven llega a su casa sin sombrero (lo encontrarán en una
colina desde donde se contempla todo el valle tras su fallecimiento).
Llora en su cuarto su desventura, pero sabe que Lotte lo ama:
es suya para siempre, aunque el suyo sea un amor imposible.
Ella está muy mal, no quiere que Werther muera, ignora si
podrá disimular ante su marido Albert. El criado de Werther va a decirles que,
por petición de su amo, le dejen las pistolas de Albert. Lotte no
encuentra excusas para negárselas sin ser descortés, las descuelga, teme
entregárselas; pero una mirada inquisitiva de Albert hace que se las dé al
criado.
El corazón de Lotte presagia el espanto. Y quizá también el
de Albert, pero él tiene razones para desear librarse de aquel joven que ronda
a su mujer.
En la carta que Werther escribe a Lotte le dice
que ella no podrá odiar a quien por ella ardió. Se despide también de Wilhelm,
de su madre y de Albert, a quien pide que haga feliz a aquel
ángel. Hace una pausa. Pasadas las once de la noche, sigue escribiendo. Ahora
encarga a Lotte que pida que lo entierren al borde de un camino, para que quien
por allí pase se santigüe y derrame alguna lágrima al recordar la triste
historia de aquel muchacho. También quiere que lo entierren con su ropa,
la que llevaba el día del baile cuando la conoció.
Lotte:
el frac azul y el pantalón amarillo. Y pide que no le registren
los bolsillos, pues en ellos lleva una prenda sagrada: el lazo que
ella le regaló.
A medianoche, vistiendo el mismo traje que
llevaba cuando conoció a Lotte –frac azul, chaleco y calzones amarillos-,
con el drama de Lessing Emilia Galotti abierto sobre la mesa, con
una botella de vino, pero sin vaso, se pega un tiro por
encima del ojo derecho. A las seis de la mañana lo descubre su criado,
todavía respira. Llama al médico y a Albert. Cuando Lotte se
entera, cae desmayada. Werther muere a las doce del mediodía. Albert no
pudo acompañar el cadáver al acto de entierro, porque temía por la vida
de Lotte, muy quebrantada por la terrible impresión. Al suicida no le
acompañó ningún sacerdote en su último viaje.
Toda la historia de Werther cabe entre la línea
inicial, “¡Qué feliz soy de no estar ahí!” (carta de 4 de mayo de 1771), y
la línea final, redactada por el editor: “No le acompañó
sacerdote alguno”.
3. PROTAGONISTAS:
WERTHER, CARLOTA Y ALBERT
Los personajes principales de la obra son Werther, Lotte
y Albert, que forman un triángulo amoroso. Hay otros personajes
secundarios, de cierta importancia: los hermanos pequeños de Lotte; Wilhelm,
a quien van dirigidas las cartas; y el conde o el embajador que
aparecen en la segunda parte y nos ayudan a comprender la sociedad de la
época. Aparecen otros muchos personajes efímeros de los que tan sólo
conocemos la primera letra de su nombre, como si fueran personas de
quien se quisiera conservar su privacidad.
Werther era un joven apuesto.
Pero de él lo que realmente conocemos es su perfil psicológico. La
información sobre él es una etopeya, pues no se dan apenas datos sobre su
físico, sino sobre su carácter. Es un joven de clase humilde,
bonachón, apasionado, de naturaleza muy irracional, sentimental,
inconstante, fatalista, febril, rebelde, crítico, obsesivo, idealizador,
contradictorio... Podríamos resumirlo en una sola palabra: un romántico extremo.
Le encantan los niños y busca la felicidad. Está relacionado con la naturaleza,
que influye en su estado anímico. Además, se presenta en desacuerdo con ciertos
aspectos de la época tanto políticos como sociales y culturales.
También se muestra apasionado
cuando habla del suicidio como signo de valentía y liberación (carta
de 12 de agosto)
Su fatalismo y su
inconstancia. Su inadaptación social que lo conduce a la tumba.
Su faceta de crítico social se observa en las cartas
de 26 de noviembre, de 8 y 20 de enero, donde ataca a la alta
sociedad, que se burla de quienes no son como ellos y no pertenecen a su
elevado ambiente social.
Su visión romántica de la naturaleza, en la
carta de 18 de agosto. El paisaje refleja sus estados de ánimo. Cuando
está feliz, es un paraíso. Si está triste, un verdugo
insoportable y un espíritu torturador. El “fértil valle” donde “todo germinaba
y brotaba en torno a mí, amenos bosques, manso río, graciosas nubes, dulce
brisa, un mundo infinito reanimaba mi alma” se convierte de pronto en
“desértico erial”, “abismo de la tumba siempre abierta”, “catástrofes del
mundo”, “inundaciones arrasando pueblos”, “terremotos”, “monstruo eternamente
devorando...”, “relámpagos”, “corriente arrastrada que se estrella en la roca”,
“mísera tumba, en la infelicidad que le invade”...
La naturaleza se relaciona con el estado de ánimo del
protagonista.
Werther vestía frac azul, chaleco y calzones
amarillos. Con esta ropa acude al baile donde conoce a Lotte y con ella
muere y es enterrado. Este detalle del personaje tuvo muchísimo éxito y
miles de jóvenes de toda Europa empezaron a vestir al modo de Werther,
incluido el propio Goethe y, siguiendo su ejemplo, el mismísimo duque
de Weimar.
Carlota, Charlotte o Lotte,
por otro lado, es descrita como la amada perfecta. Dulce, hogareña, bondadosa,
casta y pura. Aunque denote en su carácter cierto apasionamiento, es una
muchacha fiel a sus promesas, realista y sensata. Una joven candorosa y
afable que, tras la muerte de su madre, se hace cargo de su padre y sus nueve
hermanos, tal y como prometió a su progenitora en el lecho de muerte.
También se promete a Albert por petición expresa de su madre antes de
fallecer. Y por el amor y devoción que sentía por la difunta, se entrega
totalmente a cumplir su última voluntad. Lotte es de mediana estatura, dotada
de hermosa figura, ojos negros, labios rebosantes de vida, mejillas frescas,
muy querida por todos sus hermanos, de gran vitalidad, natural, espontánea,
simpática. Es el prototipo de la mujer convencional, clásica más
que romántica, su belleza va pareja de su virtud. Lotte no se atreve a romper
las convenciones en las que ha sido educada (aunque, en el fondo de su corazón,
siente algo muy especial y poderoso por Werther que ella no se atreve a
confesarse que es amor). De hecho, se casa por Albert por inercia,
porque se lo había prometido a su madre en su lecho de muerte, por respeto a la
palabra dada.
En cuanto a Albert, si Werther es un burgués que
busca acomodo, él pertenece a una clase social ya acomodada. Está prometido con
Lotte y se casa con ella. Llega a ser amigo de Werther, pero después son
rivales, pues Albert sospecha que Werther ama a su prometida. Está
caracterizado por su antagonista Werther como un hombre honrado, amable,
sensible, con poco carácter, comprensivo, adinerado y se dice de él que viaja a
menudo, pero no por placer o sentido de la aventura, sino por asuntos laborales
o económicos. Albert representa la vida convencional, la parte poco amable del
clasicismo. Él es la racionalidad aburrida de los maestros dieciochescos.
Es la lógica
burguesa, del raciocinio y la falta de imaginación. Justo la postura
antitética del Romanticismo que encarna Werther.
4. EL NARRADOR EN WERTHER
La obra está escrita en forma epistolar; en las partes
I y II se reúnen las cartas que el joven Werther envía a un amigo, Wilhelm.
Al final de la obra, en el epílogo, el narrador es el editor que
cuenta la historia en tercera persona a partir de testimonios de
fragmentos de cartas de Werther o del relato de otros personajes.
Por lo tanto, al principio de la novela encontramos un narrador
autobiográfico que cuenta la historia en la que participa desde su punto de
vista. Pero en la parte final nos encontramos con un narrador recopilador,
que recoge testimonios sobre el protagonista, aunque en ocasiones parezca
omnisciente.
La forma epistolar de la novela, con las fechas al
comienzo de cada carta, la convierte prácticamente en un diario de la vida
de Werther, lo que le da una fuerte carga de subjetividad. El relato
se centra en un protagonista, que cuenta su historia y revela de manera
detallada sus acciones, sentimientos y pasiones. Werther, a través de sus cartas,
nos hace partícipes de todo lo sucedido, salvo en el epílogo, donde era
obligada la aparición de un nuevo narrador, el editor, que nos cuenta el
final del joven héroe romántico.
Quizás ese editor se identifique con Wilhelm,
el confidente de Werther, mantenido en la sombra durante todo el relato y del
que apenas sabemos nada. Pero esta posibilidad no queda del todo clara en la
novela.
Por otro lado, también podemos pensar que es el editor del
epílogo el que pone la dedicatoria inicial de la novela:
“Cuanto he podido indagar sobre la historia del pobre Werther
lo he recopilado con esmero, y os lo brindo aquí, consciente de que me lo vais
a agradecer. No podréis negar vuestra admiración y cariño a su genio y a su
carácter, ni a su destino vuestras lágrimas.
Y tú, alma buena, que sientes el mismo anhelo que él, saca
consuelo de sus penas y acepta este librito como amigo si, por suerte o culpa
propia, no puedes encontrar otro más a mano.”
De esta manera, la novela tendría una estructura circular: la
voz del narrador que la abra es también la que la cierra.
5. EL ESPACIO EN WERTHER
Goethe es muy parco a la hora de citar topónimos, que
suelen aparecer con abreviatura, por ejemplo cuando habla del “pastor
de St.”, o desaparecen absolutamente, por ejemplo cuando dice “La
ciudad en sí es desagradable…”, sin que sepamos el nombre de esa ciudad,
como tampoco sabemos el nombre del pueblo natal de Werther ni
sabemos a qué ciudad se fue a trabajar como secretario de legación para
olvidarse de su amor por Lotte, aunque sí sepamos que estaba en el sur de
Alemania. Y cuando nos revela algún topónimo, como es el caso del
pueblecito en el
que fue
feliz, Wahlheim4, nos
recuerda enseguida que no nos esforcemos en buscar ese lugar en el mapa porque
no lo encontraremos.
4 La crítica,
no obstante, ha establecido que Wahlheim es identificable con Garbenheim,
aldea próxima a Wetzlar, y que Wetzlar, donde Goethe fue secretario de
embajada y donde se enamoró de Friederike Brion, es la ciudad anónima de
la novela que no le gustaba. Pero ello se ha debido a sesudas investigaciones
filológicas, biográficas y toponímicas, no a que el texto transparente por sí
mismo los lugares aludidos.
De todas formas, sí podemos decir que la acción narrativa se
desarrolla en diferentes lugares:
ü _La
historia comienza en la residencia del Conde de M…, que vive en una colina
a las afueras de la ciudad, en plena naturaleza. Este lugar, paradisíaco
y lleno de paz, agrada especialmente a Werther, quien disfruta mucho
estando allí, ya que puede dar paseos no solo por el jardín, sino por
los alrededores donde puede disfrutar del bosque, el valle y el contacto
directo con la naturaleza. Remite al tópico del “locus amoenus”,
de tradición medieval.
ü _Seguidamente
nos habla de Wahlheim, que es un lugar a media hora de la ciudad, en
plena naturaleza, situado en una colina con vistas a un precioso valle.
Wahlheim es el lugar de residencia de Carlota, donde Werther se
enamora, de donde se marcha para tratar de olvidarla, adonde vuelve
porque no puede hacerlo y donde finalmente acaba con su vida; es el
lugar en torno al que gira la mayor parte de la acción de la novela;
ü _Otro
lugar muy relevante para la obra es la casa de Carlota, en la que
Werther pasa mucho tiempo hablando, leyendo o tocando el piano y cantando. La
mayoría de las veces el protagonista es recibido en el salón, pero al
final de la obra se puede ver cómo también están en el cuarto de la joven,
posiblemente indicación de una mayor confianza.
ü _En la
historia cobra gran importancia la naturaleza ( Beatus ille)ya que, como
se nos muestra ya en el principio, Werther detesta la ciudad:
El único espacio que tiene relevancia propia es la naturaleza,
de la que hablamos más adelante.
Encontramos una dualidad en el tipo de espacios: aunque todo
sucede en un ambiente rural, tenemos espacios abiertos y espacios
cerrados. En general predominan los espacios abiertos, naturales;
concretamente, la mayor parte de la historia se desarrolla en Wahlheim,
ya que, viviendo allí, Werther podía visitar a Charlotte todos los días y dar
largos paseos con ella. También le encanta salir a hablar con los campesinos
y conocer gente, pintar, leer o simplemente contemplar el precioso e
idílico paisaje.
Cabe destacar la relación que establece el protagonista entre
la naturaleza y sus sentimientos, siempre incluidos en sus
representaciones de los paisajes. A lo largo de la obra, también podemos
observar cómo se centra en determinados elementos, como es el caso de la
fuente en la que le gusta sentarse y charlar con los vecinos. La naturaleza
tiene relevancia, es el espacio más importante, porque Werther se
identifica con ella y la convierte en el espejo de sus emociones y
estados de ánimo: tormentosa o idílica, según el momento de la
narración.
Pero también se muestran los interiores, especialmente
los de la casa de Charlotte. La mayoría de los espacios cerrados pueden
atribuirse a la clase media, aunque, cuando Werther trabaja para el embajador,
hallaremos lugares relacionados con los miembros de la alta aristocracia.
Por otro lado, muchas de las veces en las que el protagonista visita a
Charlotte, ésta está en casa; esto es un fiel reflejo de la situación de
las mujeres burguesas de la época, que se dedicaban a cuidar de la familia y a
leer, tocar el piano y pasear.
El personaje que unifica los diferentes espacios es Werther,
lo que resalta aún más su protagonismo: él es realmente el centro sobre
el que gravita toda la historia.
6. EL
TIEMPO EN WERTHER
La obra está ambientada durante los años 1771 y 1772,
en concreto del 4 de mayo de 1771 al 20 de diciembre de 1772; la
narración del editor no se sabe cuándo tiene lugar, si es contemporánea
al fallecimiento de Werther o está hecha un tiempo después del suicidio del
protagonista. Al ser un relato epistolar, tenemos constancia de las fechas
concretas en que suceden los hechos; todas las cartas siguen un orden
cronológico casi diario. Como el fin de la obra es el fin de la vida
del protagonista, podemos decir que se narra el último año de la vida de
Werther.
En cada carta se narra lo que el personaje principal ha hecho
a lo largo de la jornada, y la duración de las acciones es variable,
desde unas horas a un día completo (pues, al funcionar el
epistolario como un diario, nunca se cuentan hechos de más de un día);
predominan las primeras horas del día, cuando va a visitar a Charlotte,
y es importante el mes de julio, cuando comienza el enamoramiento.
La narración es lineal, sin ningún tipo de alteración
cronológica (saltos al pasado o anticipaciones del futuro), como
es lógico en una narración epistolar. Aunque la linealidad del relato no evita
que ciertos rasgos (por ejemplo, la recitación de los cantos ossiánicos)
funcionen como premoniciones del funesto desenlace que vendrá.
El uso de fechas concretas en la narración (1771-1772)
y su proximidad a la fecha de publicación de la novela (1774)
pretende dotar a la obra de una fuerte verosimilitud, como si fueran
hechos sucedidos realmente. De no ser por la datación de las cartas, no
podríamos concretar cuándo sucede la acción, pues no hay datos
internos concretos (referencia a hechos históricos, formas de vestir
específicas...). Ello favorece que los lectores, sobre todo los jóvenes,
independientemente de su lugar de nacimiento o de su lengua materna, puedan identificarse
con Werther.
Goethe guardó distancias con Las desventuras del joven
Werther en su vejez. Lamentó su fama, haber hecho público su amor
juvenil hacia Charlotte Buff. Aunque escribió Werther cuando
tenía veinticuatro años, la mayoría de los visitantes que tuvo en su
vejez sólo habían leído ese libro y lo conocían sólo por esa novela, entre
todas las obras que escribió (más de doscientas). Él mismo lo llamaba “el
pequeño libro”.
Ya cuando viajó a Italia, 1776-1778, la gente -que lo
conocía por haber leído la traducción del libro- lo paraba y le preguntaban si
era verdad que Werther había existido y si eran ciertas todas las tribulaciones
que había pasado.
Su amigo Kestner le había dicho que se sentía malparado
en la novela, todo esto hizo que Goethe, en 1776, tras la publicación del
libro, emprendiera la tarea de modificarlo. Le escribe a su amiga Charlotte
von Stein en una carta de ese año:
“Estoy corrigiendo el Werther y sigo creyendo que el
autor no podía haber hecho nada mejor que suicidarse después de haber puesto el
punto final”.
Así nació la segunda edición del Werther, de 1787,
corregida y aumentada, con una adición importante: el episodio del
criado enamorado de su ama y con un Kestner-Albert menos hosco y
estirado que en la primera versión. Por cierto, Kestner siguió siendo amigo de
Goethe toda la vida, a pesar de los sinsabores que le produjo Werther.
Reconocía en la novela el personaje de su mujer, pero él no se identificaba con
Albert, sentía a aquel individuo como una creación imaginativa de su amigo.
En su vejez, Goethe odiaba en cierta forma este libro y reconoció el impacto emocional que Las desventuras del joven
Werther había tenido en los jóvenes enamorados y deprimidos de su época.
En el libro 13 de Poesía y verdad, sus
memorias, escribió:
“Atormentado por pasiones no satisfechas, en absoluto
incitados a acciones importantes, con la única perspectiva de habernos de
consumir en una vida arrastrada, trivial, burguesa, uno intimaba en enojada
arrogancia con el pensamiento de poder abandonar la vida por propia decisión en
el momento en el que ya no le conviniera, y con ello se ayudaba
provisionalmente a superar la penuria y el aburrimiento de los días."
Reconocía,
pues, que el éxito de la obra se debía al hecho de haberla escrito en el
momento oportuno y en el lugar adecuado, con una generación de jóvenes ociosos,
faltos de actividad, más bien ricos, y en actitud de protesta, como lectores de
la obra. No en vano Werther era un joven que vestía con cierta extravagancia,
que había decidido retirarse y vivir en la naturaleza, en libertad,
sin trabajar. Su ocupación era la de sentirse insatisfecho, la de
dejarse estar en un estado de embriaguez primero y de desesperación después,
hasta decidir suicidarse.
Un escritor, Nicolai Friedrich, decidió escribir un
final alternativo para la novela, más agradable, en su novela llamada Die
Freuden des jungen Werther (Las alegrías del joven Werther), según
el cual Albert, reconociendo las intenciones de Werther, llena las pistolas de
sangre de pollo, evitando el suicidio y el espanto de Lotte. Goethe encontró
esta versión desagradable y empezó una enemistad literaria con
Nicolai que duró toda la vida. Contra él escribió el poema “Nicolai auf
Werthers Grabe”, “Nicolai en la tumba de Werther”, donde Nicolai
defeca en el sepulcro de Werther execrando su memoria.
La auténtica Lotte, Charlotte
Buff, cuando era una anciana de setenta y tres años, viajó a Weimar para
encontrarse con su amigo de juventud, Goethe, pero su decepción fue
total al encontrarse con un anciano desagradable. Este
encuentro lo noveló Thomas Mann en su novela Lotte in Weimar.
Curiosamente al propio Goethe le tocó sacar del río Ilm, cercano a Weimar, el cadáver de una joven que se había suicidado y que la corriente había llevado cerca de la casa veraniega del poeta llevando un ejemplar del Werther entre sus manos.
El suicidio es visto como liberación. También
es visto por Werther como un acto de valentía, al contrario de la
opinión más convencional de Albert, que lo considera un acto cobarde. En
la carta del 12 de agosto Albert y Werther discuten esta cuestión y se
ve la incompatibilidad de sus opiniones sobre el asunto.
En cierta forma, podría compararse el suicidio de Werther con
el de Willy Loman, en Muerte de un viajante, de Arthur
Miller. Ambos personajes se ven abocados a esta decisión, se van quedando
sin otra salida que la de morir y la eligen voluntariamente, en el caso de Werther
como liberación, en el de Willy como medio para
que su familia cobre el seguro y sus hijos puedan tener una nueva oportunidad.
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