En el siglo XIX el pensamiento alemán será clave para la evolución intelectual europea. Especialmente los autores representativos del Nihilismo alemán como Schopenhauer, Kierkegaard y Nietzsche. Aunque el primero publica su obra fundamental, El mundo como voluntad, en 1818 no será hasta pasada la mitad del siglo cuando el mundo caerá en su existencia.
Para Schopenhauer el mundo será irracional y malvado, y esta voluntad ciega e insaciable solo podrá ser aniquilada mediante el “nirvana” oriental, matando en lo posible dicha voluntad.
Pocas veces el hombre podrá encontrar un descanso de este mundo caótico, el cual está en el arte, sobre todo en la música.
Como cita Jose Mº Valverde, Nietzsche personifica ese “ l’homme revolté” que decía Camus, que se sublevaba contra Dios y Cristo, y cambia el “Tú harás” por “Yo quiero”, el que acusa a la moral judeocristiana de ser la moral de los esclavos y que hace de Cristo el símbolo del resentimiento de los inferiores contra los héroes enérgicos: Gott ist tot. “Dios ha muerto, pero tal y como es la especie humana, todavía durante milenios habrá quizá cavernas donde se muestre su sombra”.
Sin embargo, el ideal de Superhombre tampoco nos tranquilizará, en 1884 N. escribirá: “Habrá guerras, como no las ha habido en la tierra jamás. Lo que cuento es la historia de los próximos dos siglos.”
Después de la primera guerra mundial todos los escritores expresan su descontento, el poeta austriaco Georg Trakl se suicidará después de tomar parte en la primera batalla. Y Kafka lo comentó así: “Tenía demasiada imaginación por eso no pudo soportar lo que vió en la guerra, que fue un resultado de monstruosa realidad y falta de esta”.
La poesía simbolista se había vuelto esteticista y excesivamente refinada y distante, Es el caso de Stefan George que creará una poesía que acabará intentando ser semipitagórica y liturgica, suprimirá las mayúsculas del alemán en sus poemas y glorificará personajes como Luis II de Baviera, el rey demente en un afán de evadirse a un mundo brillante alejado del tedio baudeleriano.
No podemos dejar de nombrar en el contexto inmediato de Kafka a su amigo Rilke (1875-1926), nace tb. en Praga como nuestro autor y vive desarraigado y errabundo casi toda su vida. En cualquier caso, los alemanes han hecho propio a Rilke en un fervor nunca antes visto.
Con él el poeta se vuelve un mero contemplador del mundo, se disipa en una peculiar objetividad jamás vista, pero sin llegar a ningún misticismo religiosos.
En prosa destacan Hermann Hesse, Thomas Mann y Kafka. Los artistas expresionistas alemanes defienden un arte más personal e intuitivo para expresar la naturaleza yelser humano, dando primacía a los sentimientos proyectados desde el yo lírico hacia la naturaleza. Con su temática de soledad y miseria, el expresionismo reflejó la amargura de la Alemania prebélica. Renovarán el lenguaje poético y defenderán la libertad individual, la expresión subjetiva, el irracionalismo, la pasión, los temas prohibidos como lo demoniaco, sexual o fantástico, haciendo una deformación emocional de la realidad y abriendo los sentidos al mundo exterior. Revelaron el lado pesimista de la vida, la angustia existencial del individuo que se alienado en la sociedad industrial.
El auge político y económico de la burguesía, que vivió en las últimas décadas del siglo XIX un momento de esplendor. Empezaba el momento de la Belle Époque y la fiebre consumista solo imparable en épocas de crisis. Los procesos revolucionarios ocurridos desde la Revolución francesa como la Comuna de París en 1871 han conseguido que los poderosos hagan concesiones como los seguros sociales, las reformas laborales, y la enseñanza básica obligatoria. El analfabetismo baja y surgen los mass media.
Sin embargo, el Expresionismo no fue un movimiento homogéneo, lo habrá cubista, futurista, surrealista, más abstracto… Ahora, eso sí, a Kafka se le considera expresionista por el tema típico y sustantivo a dicho movimiento: el rechazo al padre, tb. lo podemos ver en Sartre. Aún así él mismo no se sentía dentro de nada, de ninguna tendencia o escuela. Siempre "extrajero en su tierra".
El término “expressionisme” fue utilizado por primera vez por el pintor francés Julien-Auguste Hervé para designar unos cuadros del Salón de los Independientes de París en 1901. La diferencia con el Impresionismo es vital, porque mientras ellos pretendían reflejar una impresión, los expresionistas querían transmitir el mundo interior del artista, los sentimientos que subyacen tras la realidad aparente. Por ejemplo, en pintura, utilizarán un color y una línea más fuerte y temperamental.
En Alemania se organizó en torno a dos grupos: Die Brücke (el puente 1905) y De blaue reiter ( el caballo rojo,1911).
La literatura expresionista se desarrolló en tres fases principales: de 1910 a 1914, de 1914 a 1918 –coincidiendo con la guerra– y de 1918 a 1925. Aparecen como temas destacados –al igual que en la pintura– la guerra, la urbe, el miedo, la locura, el amor, el delirio, la naturaleza, la pérdida de la identidad individual, etc. Ningún otro movimiento hasta la fecha había apostado de igual manera por la deformidad, la enfermedad y la locura como el motivo de sus obras. Los escritores expresionistas criticaron la sociedad burguesa de su época, el militarismo del gobierno del káiser, la alienación del individuo en la era industrial y la represión familiar, moral y religiosa, por lo que se sentían vacíos, solos, hastiados, en una profunda crisis existencial. El escritor presenta la realidad desde su punto de vista interior, expresando sentimientos y emociones más que impresiones sensitivas. Ya no se imita la realidad, no se analizan causas ni hechos, sino que el autor busca la esencia de las cosas, mostrando su particular visión. Así, no les importa deformar la realidad mostrando su aspecto más terrible y descarnado, adentrándose en temáticas hasta entonces prohibidas, como la sexualidad, la enfermedad y la muerte, o enfatizando aspectos como lo siniestro, lo macabro, lo grotesco. Formalmente, recurren a un tono épico, exaltado, patético, renunciando a la gramática y a las relaciones sintácticas lógicas, con un lenguaje preciso, crudo, concentrado. Buscan la significación interna del mundo, abstrayéndolo en una especie de romanticismo trágico que va desde el misticismo socializante de Werfel hasta el absurdo existencial de Kafka. El mundo visible es una prisión que impide alcanzar la esencia de las cosas; hay que superar las barreras del tiempo y del espacio, en busca de la realidad más “expresiva”.117
Los principales precursores de la literatura expresionista fueron Georg Büchner, Frank Wedekind y el sueco August Strindberg. Büchner fue uno de los principales renovadores del drama moderno, con obras como La muerte de Danton (Dantons Tod, 1835) y Woyzeck (1836), que destacan por la introspección psicológica de los personajes, la reivindicación social de las clases desfavorecidas y un lenguaje entre culto y coloquial, mezclando aspectos cómicos, trágicos y satíricos. Wedekind evolucionó desde el naturalismo hacia un tipo de obra de tono expresionista, por su crítica a la burguesía, la rapidez de la acción, los reducidos diálogos y los efectos escénicos, en obras como El despertar de la primavera (Frühlings Erwachen, 1891), El espíritu de la tierra (Erdgeist, 1895) y La caja de Pandora (Die Büchse der Pandora, 1902). Strindberg inauguró con Camino de Damasco (Till Damaskus, 1898) la técnica estacional seguida por el drama expresionista, consistente en mostrar la acción por estaciones, periodos que determinan la vida de los personajes, en un sentido circular, ya que sus personajes intentan resolver sus problemas sin lograrlo.118
El expresionismo fue difundido por revistas como Der Sturm y Die Aktion, así como el círculo literario Der Neue Club, fundado en 1909 por Kurt Hiller y Erwin Loewenson, reuniéndose en el Neopathetisches Cabaret de Berlín, donde se realizaban lecturas de poesía y se impartían conferencias. Más tarde Hiller, por desavenencias con Loewenson, fundó el cabaret literario GNU (1911), que desempeñó el papel de plataforma para difundir la obra de jóvenes escritores. Der Sturm apareció en Berlín en 1910, editada por Herwarth Walden, siendo centro difusor del arte, la literatura y la música expresionistas, contando también con una editorial, una librería y una galería artística. Die Aktion fue fundada en 1911 en Berlín por Franz Pfemfert, con una línea más comprometida políticamente, siendo un órgano de la izquierda alemana. Otras revistas expresionistas fueron Der Brenner (1910-1954), Die weißen Blätter (1913-1920) y Das junge Deutschland (1918-1920).119
La Primera Guerra Mundial supuso una fuerte conmoción para la literatura expresionista: mientras algunos autores consideraron la guerra como una fuerza arrasadora y renovadora que acabaría con la sociedad burguesa, para otros el conflicto cobró tintes negativos, plasmando en su obra los horrores de la guerra. En la posguerra, y en paralelo al movimiento de la Nueva Objetividad, la literatura adquirió mayor compromiso social y de denuncia de la sociedad burguesa y militarista que llevó a Alemania al desastre de la guerra. Las obras literarias de esta época adquirieron un aire documental, de reportaje social, perceptible en obras como La montaña mágica (1924) de Thomas Mann y Berlín Alexanderplatz (1929) de Alfred Döblin.120
En la narrativa expresionista hubo una profunda renovación respecto a la prosa tradicional, tanto temática como estilísticamente, suponiendo una aportación imprescindible al desarrollo de la novela moderna tanto alemana como europea. Los autores expresionistas buscaban una nueva forma de captar la realidad, la evolución social y cultural de la era industrial. Por ello, se opusieron al encadenamiento argumental, a la sucesión espacio-tiempo y la relación causa-efecto propios de la literatura realista de raíz positivista. En cambio, introdujeron la simultaneidad, rompiendo la sucesión cronológica y rechazado la lógica discursiva, con un estilo que muestra pero no explica, donde el propio autor es sólo un observador de la acción, donde los personajes evolucionan de forma autónoma. En la prosa expresionista destacó la realidad interior sobre la exterior, la visión del protagonista, su análisis psicológico y existencial, donde los personajes se plantean su situación en el mundo, su identidad, con un sentimiento de alienación que les provoca conductas desordenadas, psicóticas, violentas, irreflexivas, sin lógica ni coherencia. Esta visión se plasmó en un lenguaje dinámico, conciso, elíptico, simultáneo, concentrado, sintácticamente deformado
El término vanguardias surge en Francia durante los años de la Primera Guerra [1914-1917]. Su origen está precisamente en el vocablo francés avant-garde, término de origen militar y político, que venía a reflejar el espíritu de lucha, de combate y de confrontación que el nuevo arte del siglo oponía frente al llamado arte decimonónico o académico.
Desde el principio, el arte vanguardista adquiere una impronta provocadora contra lo antiguo, lo naturalista o lo que se relacionara con el arte burgués. No será causalidad que todas las primeras manifestaciones de estos vanguardismos estén repletos de actos y gestos de impacto social, como expresión de un profundo rechazo a la llamada cultura burguesa. La Primera Guerra, como expresión del afán imperialista y del profundo fracaso de esa burguesía por conseguir la paz, será el período en que, junto a actitudes diversas de rechazo a la guerra, afloren todas estas manifestaciones artísticas extraordinarias con una versatilidad y agilidad desconocidas hasta entonces. Los llamados ismos se sucederán uno tras otro.
No es ninguna casualidad que el surgimiento de los vanguardismos artísticos y literarios esté relacionado íntimamente con el periodo de mayor intensidad social, ideológica, en definitiva histórica, del siglo XX: el periodo que va desde la Primera guerra del 14 al inicio de la Segunda en 1939. En esos 15 ó 20 años cuajan las experiencias del nuevo arte: unas pasarán rápidamente, otras quedarán incorporadas al arte para siempre, pero la revolución de las formas y de los contenidos se producirá, sin duda, a partir de aquellas vanguardias de los años 20.
Los vanguardismos despuntan inmediatamente antes o durante la Primera Guerra, llegan a su apogeo durante la década de los años 20, entran en crisis a partir de 1929 y desaparecerán en la década de los 30.
En esos años, los artistas vanguardistas se han enfrentado al mundo de ideas proveniente del pensamiento burgués: unos derivarán hacia el antiburguesismo de tipo fascista, como es el caso del futurismo italiano de Marinetti; otros volcarán su rebeldía en el movimiento proletario izquierdista. De esta forma, los dos grandes movimientos que marcarán el siglo XX, el fascismo-nazismo y el comunismo, serán expuestos y cantados en sus iniciales años de poder a través de una estética y unas formas vanguardistas. El caso más ilustrativo es el del surrealismo francés y su apuesta por la revolución comunista.Posteriormente serán ellos mismos perseguidos y prohibidos por los propios aparatos culturales de estado, como ocurrió en la URSS estalinista a partir de 1923 y en la Alemania nazi de 1933. En el primer caso, los poetas futuristas serán criticados a partir de la nueva estética realista y populista tras la guerra civil revolucionaria. En el segundo caso, los jerarcas nazis secuestrarán la pintura vanguardista que había caracterizado el renacer cultural alemán, considerada a partir de entonces como “arte degenerado”.
La gran confrontación ideológica y militar de la década de los cuarenta, la Segunda Guerra, acabará con los vanguardismos. Sus restos o serán enterrados o derivarán en el arte moderno cuya expresión más genuina será el arte de Estados Unidos a partir de los años 40. El trabajo de fundamentar un nuevo concepto de arte y de literatura ya estaba realizado.
Futurismo: el frenesí de la vida moderna
Movimiento literario y artístico surgido en Italia en el primer decenio del siglo XX. Nació con un manifiesto, y varió y fijó sus propios enunciados con muchos más. El 20 de febrero de 1909 F.T. Marinetti publicó en «Le Figaro» de París un primer Manifiesto en el que proclamó como formas de expresión del futurismo la agresividad, la temeridad, el salto mortal, la bofetada, el puñetazo.
En 1912, el mismo Marinetti, con el Manifiesto técnico de la literatura futurista, apuntó como medio específico de expresión literaria las «palabras en libertad», que eran capaces de traducir, por analogía y sugestión, los mecanismos psíquicos y el frenesí de la vida moderna. Esto comportaba la abolición de la sintaxis, de la puntuación, de las partes calificativas del discurso (adjetivos, adverbios). Las nuevas teorías se aplicaron también a la pintura (1910: Primer y segundo manifiesto de la pintura futurista, firmados por Balla, Boccioni, Carrá y Russolo), a la música (1910: Manifiesto de los músicos futuristas, firmado por Pratella), a la escultura (1912: Manifiesto de Boccioni, en el que se afirma que la escultura debe convertir el infinito plástico aparente y el infinito plástico interior), al teatro (1915: Manifiesto del teatro futurista sintético, firmado por Marinetti y Settimelli, y Manifiesto de la escenografía futurista, firmado por Prampolini; el primero recomendaba sorprender al público con cualquier medio, p. ej. con la concisión, reduciendo las escenas al tiempo fulminante ( de pocos segundos) e incluso a otras formas artísticas todavía por nacer, pero destinadas a nacer en el futuro.
Esta gran cantidad de programas revela una exasperada proyección hacia el futuro; y si por un lado expresa la voluntad de romper con la tradición, por el otro demuestra una cierta incapacidad de realizarse en formas menos hipotéticas y más actuales. Uno de los aspectos más llamativos del futurismo es, en suma, lo veleidoso, que se enmascara de triunfalismo para rechazar el mito de la derrota propio de cierto romanticismo y del decadentismo. Los futuristas cultivan, por el contrario, el mito de la victoria: victorias tal vez ficticias, coronadas no por una gloria aristocrática y solitaria (como en D’Annunzio), sino por el escándalo en los cafés, en la calle, en las salas de conferencias.
De todos modos el futurismo fue, buena o mala, una escuela de polémica y de moral; y si usó con eficacia la técnica publicitaria, admitiéndola de golpe en la expresión artística, lo hizo con una finalidad básicamente pedagógica. Pero ello no impidió a los futuristas transformar, con el tiempo, los temas iniciales de la máquina, la velocidad, la técnica en exaltación de la violencia, del imperialismo, de la guerra, «higiene del mundo», y, por lo menos con Marinetti, del fascismo.
En el ámbito literario, el futurismo italiano tuvo sus mejores exponentes, además de en Marinetti, en A. Palazzeschi, C. Govoni y A. Soffici; pero los resultados más importantes del movimiento se alcanzaron, probablemente, en el campo de las artes figurativas, con la introducción (sobre todo por obra de Boccioni) de un nuevo sentido del espacio que tuvo consecuencias importantes en la vanguardia europea contemporánea y posterior: cubismo, dadaísmo, surrealismo.
Marinetti fue sobre todo un hábil organizador cultural, sensible a las nuevas relaciones con el público nacidas con los mass media; algunas de sus mejores capacidades son reconocibles en la inventiva lúcida y agresiva de los «manifiestos», que se elevaron, gracias a su escritura, a la categoria de género literario.
El movimiento Dada surgió a la vez en Suiza y Estados Unidos en 1916. Desde Zurich se expandió hacia Alemania y hacia Francia. En París es ya el movimiento de moda en 1923. El movimiento Dada tiene la particularidad de no ser un movimiento de rebeldía contra otra escuela anterior, sino que se funda en un cuestionamiento de todo el marco conceptual del arte y de la literatura de antes de la Primera Guerra.
El grupo de Zurich
Suiza, a partir del estallido de la guerra en 1914, se convierte en un centro de refugiados pacifistas de toda Europa. Allí se encontraron todos los disidentes de otras escuelas previas, tales como el expresionismo alemán, el futurismo italiano o el cubismo francés. En 1916, en Zurich, un grupo de artistas instalaron en una cervecería un pequeño cabaret, al que bautizaron como “Cabaret Voltaire”. Allí se reunieron el filósofo Hugo Ball, el poeta Tristan Tzara, el pintor marcel Janco, ambos refugiados rumanos, y el pintor alsaciano Jeans (Hans) Arp. A partir de ese encuentro comenzaron una serie de actividades en el cabaret así como editaron la revista que llevaría el nombre de “Dada”
Tristan Tzara pronto se convirtió en el promotor y principal exponente del movimiento Dada. Entre él y Hugo Ball dieron sustancia a la teoría dadaísta.
El origen del término Dada es confuso y controvertido. De acuerdo con la versión de Tzara y Ball, la palabra surge de la casualidad: abriendo las páginas de un diccionario con la ayuda de un cuchillo, el primer término señalado fue ese: dada. De acuerdo con otras versiones, fueron los camareros del Café Terrasse, lugar donde se solían encontrar estos artistas centroeuropeos, quienes identificaron primeramente al grupo como dada: para esos camareros, las lenguas habladas por aquellos emigrados eran incomprensibles, salvo la sílaba “da-da” (“sí, sí”, en ruso y otras lenguas)
En pocos meses los espectáculos del café Voltaire fueron famosos en la ciudad Suiza. El espectáculo dadaísta había nacido, cargado de provocación, tendencia agresiva, propuestas ilógicas y absurdas.
En 1917 Francis Picabia, un pintor francés, refugiado también en Suiza entra en contacto con Tzara. Ambos darán sentido al Manifiesto Dada de 1918, posiblemente el documento más importante del movimiento dadaísta de Zurich. Tras el fin de la guerra, el dadaismo cautiva a los artistas vanguardistas de París, produciéndose un resurgimiento del mismo. El Zurich dada, con la diáspora de sus refugiados, se había acabado.
Surréalisme es un término francés compuesto del prefijo sur y el nombre réalisme. La primera vez que aparece es en el título de la obra de Apollinaire “Las tetas de Tiresias. Drama surrealista”. Su traducción sería algo así como “superrealismo” o “sobre el realismo”. De esa forma querría dar a entender el arte que está más allá de la realidad. El Surrealismo puede dar sentido por sí solo al movimiento vanguardista. La capacidad imaginativa y la sugerencia de sus construcciones mentales significaron, sin duda, una verdadera revolución en el arte posterior a la Primera Guerra.
Aunque se haya dicho muchas veces que el Surrealismo viene directamente del Dadaismo es importante destacar los orígenes autónomos y propios del primero. Lo cual no quita que tengan entre sí líneas de contacto y reflexiones comunes. Pero si el dadá es un arte que propugna destruir, provocar el caos y aniquilar, el Surrealismo construye de veras una concepción del arte y de la vida.
Freud ejerce una influencia decisiva en el movimiento. Sus teorías acerca del mundo autónomo de los sueños, de la capacidad automática de la psiquis, del profundo y oscuro mundo interior de la mente -el subconsciente o inconsciente- aparecen como reveladoras de una nueva naturaleza del arte humano. Breton comienza a estudiar al psicoanalista vienés ya en 1916 -tres años antes de que se conocieran él y Tristan Tzara- y desarrollará un amplio caudal de conocimientos sobre dichas teorías.
Consecuencia de aquel conocimiento y del encuentro de varios artistas será el nacimiento de la revista Littérature fundada por André Breton, Louis Aragon y Philippe Soupault, nacida como consecuencia de la crisis del Dadá. Igualmente, en 1919 Breton y Soupault publican la que puede ser la primera obra surrealista: Champs magnetiques. Pero será 1924 el año decisivo: en ese año nacen las revistas Surréalisme y Révolution surréaliste y Breton redacta el Primer Manifiesto del Surrealismo. Ya para entonces se les han añadido nombres como Artaud, Éluard, Péret y otros.
El concepto surrealismo ya había sido citado por Apollinaire. Sin embargo, Breton aporta un nuevo contenido y una nueva significación.
A partir de 1925 el movimiento se expande y politiza. Se publican cartas-denuncias dirigidas al papa, al dalai lama, contra la guerra, a favor de libertad para los delincuentes y para los locos. Su inclinación izquierdista no es óbice para sufrir la desconfianza del comunismo estalinista. La voluntad de los artistas surrealistas de militar en el comunismo se encuentra con la férrea burocracia del dogmatismo del partido francés (PCF). Ello no impide que el “Papa Breton” redacte su Segundo Manifiesto del Surrealismo en diciembre de 1929, donde criitcará a aquellos surrealistas “puros”, que no han apoyado la revolución marxista. Como consecuencia de aquella batalla dialéctica de varios años, con crisis en el grupo y cambios de posicionamientos, Breton, Éluard y Crével serán expulsados en 1933 del PCF. Quedan así dos tendencias surrealistas: una, identificada con el partido comunista francés, y otra, encabezada por Breton que se agrupa en torno a una tendencia de tipo trotskista.
Con la segunda Guerra Mundial el movimiento llega a América. Breton, exiliado en los Estados Unidos, funda allí la revista V.V.V., conoce a Trotski en México y propicia y apoya el efecto surrealista por todos esos países.
A su regreso a Europa en 1945 insiste en difundir el movimiento surrealista. Pero ya Francia, y Europa, han entrado en la onda del existencialismo y del arte comprometido desde otros presupuestos. Son Sartre y Camus los nuevos creadores de opinión literaria.
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