El mal de la literatura
¿ Quiere usted decir que el mal y la literatura, esencialmente, son inseparables?
En mi opinión, sí. Evidentemente, esto no se manifiesta de manera tan clara a primera vista, pero me parece que si la literatura se aleja del mal muy pronto se vuelve aburrida. Esto puede sorprender. Sin embargo, creo que hay que darse cuenta enseguida de que la literatura debe activar la angustia, que la angustia siempre está basada en alguna cosa que va mal, en algo que acabará hondamente mal, sin duda, y que situando al lector en la perspectiva, o por lo menos ante la posibilidad, de una historia que acabará mal para los personajes por los que se interesa -elijo para simplificar la situación de la novela-, y orientando al lector ante esa desagradable perspectiva, es como se crea una tensión tal que la literatura evita aburrir al lector.
Entonces, un escritor, o en cualquier caso un buen escritor, siempre es culpable por escribir.
La mayoría de los escritores no son conscientes de ello. Pero creo en esas profundas culpabilidades. Escribir es, en todo caso, hacer lo contrario de trabajar. Eso no parece muy lógico, quizá; no obstante, todos los libros atractivos son esfuerzos que se han sustraído al trabajo.
¿Puede citarnos uno o dos escritores que precisamente hayan sentido la culpabilidad por escribir? ¿Quiénes se habrían sentido culpables de ser escritores?
Creo que Baudelaire y Kafka... Tanto uno como otro han sido conscientes de que se situaban del lado del mal, y que, por consiguiente, eran culpables. En el caso de Baudelaire resulta notable el hecho de haber escrito bajo el título Flores del mal el pensamiento más recóndito. En cuanto a Kafka se ha expresado todavía con mucha más nitidez. Consideró que, escribiendo, desobedecía a los suyos y que, por tanto, se emplazaba en una situación de culpabilidad. Es evidente que su familia le hacía sentir que estaba mal consagrar su vida a escribir; que el bien era continuar con el ejemplo que se había seguido en la familia, mantener una actividad comercial, y que alejándose de ese deber actuaba mal.
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MÁRGENES DE LA PSIQUIATRÍA
¿Piensa que Kafka y Baudelaire se han sentido culpables de infantilismo al escribir?
Me parece claro que se han sentido en la situación del niño ante sus padres. El niño que desobedece y que, por lo tanto, se coloca en una situación de mala conciencia porque se acuerda de los padres que ha querido y que le han dicho constantemente que no debía hacer esto. Que estaba mal, y todo ello en el sentido más duro de la palabra.
Si se es culpable de escribir porque la literatura es una chiquillada, usted debe pensar que la literatura es algo muy pueril.
Creo que hay algo esencialmente pueril en la literatura. Esto puede parecer un poco inconciliable con la admiración que, por lo demás, se le puede tener a la literatura, y que creo compartir. Sin embargo, opino que es algo muy profundo, que es fundamental y que no se puede comprender completamente lo que significa la literatura si no se la sitúa del lado del niño, lo que no quiere decir que se la sitúe en un escalafón inferior.
Según usted, ¿en literatura, el erotismo es una chiquillada?
No sé si la literatura se distingue del erotismo en general, pero me parece que es muy importante darse cuenta del carácter infantil del erotismo en su conjunto. Es erótico alguien que se deja fascinar del mismo modo que un niño por un juego, y por un juego prohibido. Y el hombre al que le fascina el erotismo está igualmente en la situación del niño frente a sus padres. Tiene miedo de lo que podría ocurrirle, va siempre bastante lejos porque tiene miedo, no se contenta con lo que los adultos verdaderamente sanos se contentan; le hace falta tener miedo. Necesita reencontrarse con esa situación infantil, cuando se encontraba amenazado constantemente por una riña, de forma muy severa incluso; de un modo insoportable, intolerable.
Georges Bataille
* En 1957, Georges Bataille (1897-1962), que acababa de publicar La literatura y el mal, concedía a Pierre Dumayet esta entrevista televisada (la única de este tipo que concedió en su vida). En ese libro tan singular escribía: «La literatura es lo esencial o no es nada. El Mal -una forma aguda del Mal-que la literatura expresa posee para nosotros, por 10 menos así 10 pienso yo, un valor soberano. Pero esta concepción no supone la ausencia de moral, sino que en realidad exige una hipermoral».
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