Patricia Highsmith dedicó su vida a la literatura y es autora de una extensa obra,
compuesta por novelas, colecciones de cuentos, ensayos, diarios, cartas y otros textos,
traducida a más de veinte idiomas.
Suelen distinguirse dos etapas en la narrativa de Patricia Highsmith: 1950-1979 y 1980- 1995, separadas por la publicación de la cuarta entrega de la saga de Ripley. A la primera etapa pertenecen obras como Extraños en un tren (1950), cuyo argumento es ya representativo de las obsesiones de la autora: dos desconocidos coinciden en un tren y deciden asesinar cada uno de ellos al enemigo del otro (la esposa y el padre, respectivamente), evitando así ser relacionados con los crímenes. En 1953 publica, bajo el seudónimo de Claire Morgan, El precio de la sal, novela sobre un amor lésbico que, contra las convenciones de la época, tiene un final feliz. Volvió a publicar esta novela en 1991 con el título de Carol. En 1955 comienza su serie de novelas sobre el personaje de Tom Ripley, con El talento de Mr. Ripley, a la que seguirán La máscara de Ripley (1970) y El juego de Ripley (el amigo americano) (1974).
Le conocemos a los 25 años, cuando vive miserablemente en Nueva York y se gana la vida trampeando. La suerte le pone en contacto con un millonario que desea que su hijo, Dickie Greenleaf, que vive en Italia con su novia, regrese a EE.UU. y asuma sus responsabilidades. Ripley acepta el encargo y, tras hacerse amigo de Dickie, lo asesina y se apodera de su identidad. Lo extraordinario es que no estamos ante un thriller de desarrollo predecible en el que el malo comete un crimen y, abrumado por el peso de la culpa, acaba siendo descubierto. No, esta novela es psicológica. Lo sucedido lo conocemos a través del punto de vista de Ripley, quien expondrá los hechos como un psicópata, carente de conciencia de culpa. Este hombre tímido resulta incapaz de experimentar emociones fuertes; mata sin sentir. Nada en Ripley parece bien definido, ni llegamos a saber si es homosexual o no.
Otras novelas de esta primera etapa son Mar de fondo (1957), El grito de la lechuza (1962), La celda de cristal (1964), El temblor de la falsificación (1969) y Rescate por un perro (1972). La obra maestra de Highsmith es El diario de Edith (1977), protagonizada por una mujer que va sustituyendo la realidad por sus fantasías, hasta llegar a situaciones absolutamente terroríficas. Completan esta etapa colecciones de relatos como Pequeños cuentos misóginos (1975).
La segunda etapa comienza con la publicación de Tras los pasos de Ripley (1980), cuarta entrega de la serie, que se completará con Ripley en peligro (1991). A esta etapa pertenecen también La casa negra (1981), Gente que llama a la puerta (1983), sobre el fundamentalismo cristiano, o su última novela Small G: un idilio de verano (1995), así como las colecciones de relatos Crímenes bestiales (1983) y Sirenas en un campo de golf (1985).
Al margen de su obra narrativa, destaca su ensayo Suspense, cómo se escribe una novela de intriga (1966), en que reflexiona sobre su propia manera de contar historias.
Suelen distinguirse dos etapas en la narrativa de Patricia Highsmith: 1950-1979 y 1980- 1995, separadas por la publicación de la cuarta entrega de la saga de Ripley. A la primera etapa pertenecen obras como Extraños en un tren (1950), cuyo argumento es ya representativo de las obsesiones de la autora: dos desconocidos coinciden en un tren y deciden asesinar cada uno de ellos al enemigo del otro (la esposa y el padre, respectivamente), evitando así ser relacionados con los crímenes. En 1953 publica, bajo el seudónimo de Claire Morgan, El precio de la sal, novela sobre un amor lésbico que, contra las convenciones de la época, tiene un final feliz. Volvió a publicar esta novela en 1991 con el título de Carol. En 1955 comienza su serie de novelas sobre el personaje de Tom Ripley, con El talento de Mr. Ripley, a la que seguirán La máscara de Ripley (1970) y El juego de Ripley (el amigo americano) (1974).
Le conocemos a los 25 años, cuando vive miserablemente en Nueva York y se gana la vida trampeando. La suerte le pone en contacto con un millonario que desea que su hijo, Dickie Greenleaf, que vive en Italia con su novia, regrese a EE.UU. y asuma sus responsabilidades. Ripley acepta el encargo y, tras hacerse amigo de Dickie, lo asesina y se apodera de su identidad. Lo extraordinario es que no estamos ante un thriller de desarrollo predecible en el que el malo comete un crimen y, abrumado por el peso de la culpa, acaba siendo descubierto. No, esta novela es psicológica. Lo sucedido lo conocemos a través del punto de vista de Ripley, quien expondrá los hechos como un psicópata, carente de conciencia de culpa. Este hombre tímido resulta incapaz de experimentar emociones fuertes; mata sin sentir. Nada en Ripley parece bien definido, ni llegamos a saber si es homosexual o no.
Cuando
encontramos a Tom de nuevo en La máscara de Ripley (1970) ya tiene unos
años más, unos 30, y está casado con una elegante y rica mujer,
Heloise. Reside en una villa lujosa cerca de París, dedicado a disfrutar
de sus pasiones artísticas, la pintura y la música. Esta imagen oculta
el lado turbio de su vida, su relación con una trama para vender cuadros
falsos del pintor muerto Derwatt. Un coleccionista norteamericano
descubre el engaño, amenaza con destapar la trama y acabará asesinado.
Ripley actúa con la frialdad que le caracteriza ya en la novela
anterior.
El amigo americano
(1974), cuyo título original se traduce literalmente como El juego de
Ripley, es la mejor del conjunto. Quizás porque aquí no sólo encontramos
la conciencia de Ripley, o su falta de ella, contrastada por el
verdadero sentido de conciencia de su víctima, Jonathan Trevanny.
Durante una fiesta, Tom escucha a Jonathan acusarle de tener mucho
dinero y poco gusto, e idea por ello una sutil venganza. Trevanny está
enfermo de leucemia y carece de medios económicos, por ello le propone
que asesine por dinero, pues así podrá dejar bien situados a su mujer e
hijo. Trevanny, horrorizado en principio, acaba accediendo y se ve
inmiscuido en una ronda de asesinatos.
En la cuarta
entrega, Tras los pasos de Ripley (1980), nuestro asesino sigue
disfrutando de la vida en su mansión. Allí le encuentra un joven
norteamericano, Billy Frank Pierson, autor, adivina enseguida Ripley, de
un parricidio en su país. Lo más interesante del libro es la visita que
realiza con el muchacho a un bar gay en Berlín, donde Ripley se
encuentra a gusto. Su simpatía hacia los homosexuales nos recuerda el
atractivo sentido hacia Dickie, el joven heredero de la primera entrega.
Ripley en peligro (1991), la última novela de la serie, ofrece aún una
cara más madura del personaje. Una pareja de americanos, David y Janice
Pritchard, aparecen en el pueblo donde Tom y su Heloise disfrutan de la
vida de lujo y placer. Los Pritchard conocen la reputación de Ripley, y
saben también de, al menos, dos de sus asesinatos, el de Dickie y el del
marchante de arte Murchinson, y quieren chantajearle.
Otras novelas de esta primera etapa son Mar de fondo (1957), El grito de la lechuza (1962), La celda de cristal (1964), El temblor de la falsificación (1969) y Rescate por un perro (1972). La obra maestra de Highsmith es El diario de Edith (1977), protagonizada por una mujer que va sustituyendo la realidad por sus fantasías, hasta llegar a situaciones absolutamente terroríficas. Completan esta etapa colecciones de relatos como Pequeños cuentos misóginos (1975).
La segunda etapa comienza con la publicación de Tras los pasos de Ripley (1980), cuarta entrega de la serie, que se completará con Ripley en peligro (1991). A esta etapa pertenecen también La casa negra (1981), Gente que llama a la puerta (1983), sobre el fundamentalismo cristiano, o su última novela Small G: un idilio de verano (1995), así como las colecciones de relatos Crímenes bestiales (1983) y Sirenas en un campo de golf (1985).
Al margen de su obra narrativa, destaca su ensayo Suspense, cómo se escribe una novela de intriga (1966), en que reflexiona sobre su propia manera de contar historias.
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