Una ciudad activa, artística y cultural.
En esa Praga tan heterogénea hierve la actividad artística y cultural. La diversidad de propuestas para los germanófonos resulta significativa: varios teatros, un par de periódicos de tirada diaria, sala de conciertos, etc. No es de extrañar que en semejante ambiente fl orezcan escritores tanto en alemán como en checo6. En los cafés literarios (Savoy, City, Louvre, Arco…) se dan cita los artistas más inquietos y modernos del momento. Kafka es uno de ellos ( Max Brod, Rainer Maria Rilke, Paul
Leppin, Gustav Meyrink, Franz Werfel. En lengua checa: Karel y Josef Capek, Jaroslav
Hasek, Jaroslav Seifert, etc. ) Como no podía ser de otro modo, se deja empapar de las
diversas propuestas que circulaban por entonces. En sus Diarios quedan
reflejados su interés y participación en muchos eventos.
Interior del café Louvre, 1910
El café Arco se convierte sobre todo en el receptáculo de las propuestas
vanguardistas que fl orecieron en Viena -capital incontestada de todas las artes a fi nales del siglo XIX-, o Dresde. Así, la corriente expresionista –que hunde sus raíces en las propuestas pictóricas de Gustav Klimt, padre del movimiento de Secesión (Modernismo) y de arquitectos como Otto Wagner, Kolman Moser, difusores de la estética del Art Nouveau– rehúsa las convenciones, crea una explosión de colores, anula el perspectivismo y apuesta por un dibujo cada vez menos figurativo. Nombres tan signifi cativos como Kandinsky, Marc, Munch, Kokoschka, Shiele o Kubin conforman esta corriente.
Cartel anunciador de la obra La dama de las camelias (1896) para la actriz Sarah Bernhardt, realizado por Alfons Mucha (1860-1939), uno de los máximos exponentes del Art Nouveau.
Los pintores o escritores expresionistas se oponen a la visión clarificadora del positivismo, o a cualquier copia de la realidad.
Esta debe ser experimentada desde una profunda interioridad, en donde prima la
gravedad, la emoción intuitiva, la deformación, la alegoría o el símbolo. El cine naciente del momento se hace eco de las propuestas expresionistas. A falta de color, se intensifican las luces y las sombras; las brumas, los contornos poco delimitados
y, ante todo, escenas que bien podrían haberse soñado (el hecho de que se trate de un cine mudo contribuye a esa atmósfera onírica). Además, cobran gran protagonismo las puertas, las ventanas, los pasillos, espacios opresores que enmarcan otros espacios semejantes.
Egon Schiele: Tote mutter I (1910).
En el café Savoy, por otro lado, una compañía ambulante de actores judíos orientales representaban regularmente teatro yiddish (el yiddish es la lengua hablada del gueto), caracterizado por mezclar, entre otras cosas, lo cómico y lo trágico, lo carnavalesco, la caricatura y la gesticulación exagerada. Gracias a sus Diarios sabemos que para Kafka adquirieron mucha importancia dichos espectáculos, así como la amistad que entabló con uno de sus actores, Isaac Löwy.
Fotograma de la película Nosferatu (1922), dirigida por F. W. Murnau.
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